Parece que con los calores del verano y la ausencia de actividad escolar, el debate sobre la presencia pública de los símbolos religiosos ha quedado aparcado, pero sigue siendo una cuestión de fondo que salta periódicamente, azuzado por los medios que, con ocasión y sin ella, esgrimen su visión laicista más rancia. Cualquier persona que haya viajado por el mundo reconoce en los símbolos religiosos de los distintos países una seña evidente de su historia cultural. Poco sentido tendría que en México ocultarán los monumentos mayas porque alguien contrario a las religiones precolombinas se sintiera ofendido. Lo mismo cabe decir de las estatuas de Buda que adornan no sólo los templos, sino también comercios y restaurantes en Corea o China. A ningún turista ocasional o incluso a ningún trabajador inmigrante en esas tierras se le ocurriría demandar a sus gobiernos por mantener esos símbolos, aunque ninguno de ellos sea oficialmente budista.
De éstos y otros tema de gran interés trata del último libro publicado por la editorial Digital Reasons. Se titula La Religión en el Espacio Público, y está escrito por el Profesor Rafael Palomino, catedrático de derecho eclesiástico del estado de la Universidad Complutense. Comenta el concepto de los símbolos, su clasificación, y los parámetros jurídicos en que se mueven en relación con otro tipo de símbolos (los que identifican ciertos movimientos sociales o partidos políticos). Finalmente comenta distintas sentencias de tribunales occidentales sobre estas cuestiones, donde se dirime la relación entre tradición histórica y respeto a la libertad religiosa de la minoria, curiosamente mejor ejercida que la de quienes todavía tenemos creencias mayoritarias.