Decía san Juan Bosco: “hace mucho el que hace poco, pero hace lo que debe. No hace nada el que hace mucho, pero no hace lo que debe hacer” (cf. corazones.org). Palabras de un experto que supo trabajar y cambiar la vida de un sinnúmero de jóvenes. Pues bien, podemos tomarlo en cuenta al organizar un retiro. Casi siempre, movidos por la buena intención de aprovechar el tiempo, podemos caer en un activismo que ahogue el sentido mismo del espacio que se pretende ofrecer. Es decir, organizar un horario rígido, capaz de cansar a cualquiera. Jesús no era activista y vale la pena que tomemos nota.
¿Por qué es mejor contar con pocas actividades? Saltan a la vista tres respuestas:
¡Cuántas veces, en nombre de las actividades, se “queman” muchos momentos significativos de oración! De ahí la necesidad de hacer pocas cosas pero con la profundidad suficiente. Por algo lo decía don Bosco.
Los gafetes, las cartulinas y plumones, cuentan, pues son parte de la logística, pero tampoco deben ser tomados como la prioridad del evento. Antes bien, ofrecer espacios de oración, dirección espiritual y confesión que comprometan y ayuden a un cambio personal. Jesús se daba tiempo de escuchar a sus discípulos. Un retiro bien organizado, abierto al contexto de los que van a recibirlo, es clave para asumir la fe y, desde ahí, aterrizarla a la vida.
¿Por qué es mejor contar con pocas actividades? Saltan a la vista tres respuestas:
- Un retiro implica, valga la redundancia, retirarse un momento, ser capaces de hacer un alto en medio del ir y venir. ¿Tiene sentido dejar treinta actividades por otras treinta o, en vez de eso, bajar el ritmo para escucharnos y escuchar a Dios?
- Muchas veces, hay varios sacerdotes disponibles para confesar y dar dirección espiritual; sin embargo, como hay que estar para el rally, todo se da con tanta prisa que el participante se queda sin haber podido aprovechar al máximo la oportunidad de aclarar sus dudas. No es malo organizar dinámicas, pero tampoco hay que exagerarlas.
- Importa más la calidad que la cantidad. De otra manera, al llegar al momento de la oración en la capilla, ya no quedarán fuerzas, pues todo se habrá gastado en un sinfín de puntos a cubrir.
¡Cuántas veces, en nombre de las actividades, se “queman” muchos momentos significativos de oración! De ahí la necesidad de hacer pocas cosas pero con la profundidad suficiente. Por algo lo decía don Bosco.
Los gafetes, las cartulinas y plumones, cuentan, pues son parte de la logística, pero tampoco deben ser tomados como la prioridad del evento. Antes bien, ofrecer espacios de oración, dirección espiritual y confesión que comprometan y ayuden a un cambio personal. Jesús se daba tiempo de escuchar a sus discípulos. Un retiro bien organizado, abierto al contexto de los que van a recibirlo, es clave para asumir la fe y, desde ahí, aterrizarla a la vida.