La Congregación de la Fe ha publicado un documento importante sobre las distintas Espiritualidades y Movimientos Eclesiales del último siglo.
“La iglesia rejuvenece (Iuvenescit Ecclesia) por el poder del Evangelio y el Espíritu continuamente la renueva, edificándola y guiándola con diversos dones jerárquicos y carismáticos”. También señala el documento que, “Gracias a la vida misma de la Iglesia, a las numerosas intervenciones del Magisterio y a la investigación teológica, ha crecido felizmente la conciencia de la acción multiforme del Espíritu Santo en la Iglesia, suscitando así una especial atención a los dones carismáticos, de los cuales, en todo momento, el Pueblo de Dios se ha enriquecido con el desempeño de su misión”.
Las Espiritualidades y Movimientos eclesiales más importantes han causado conmoción en la vida de la iglesia. No tenemos que extrañarnos. Cuando surgieron la Órdenes Mendicantes sucedió lo mismo. No digamos nada cuando el Señor envió a su iglesia a la Compañía de Jesús. La Compañía marcó el ritmo de de vida de gran parte de las Congregaciones masculinas e incluso femeninas hasta bien entrado el siglo XX. Su presencia provocó un terremoto. Era otro modo de entender las cosas. Ni los Papas, a veces, lo entendieron. Durante algún tiempo se obligó a los jesuitas a rezar en coro, como a las Órdenes anteriores.
En este tiempo de gracia, Espíritu de Señor sopló fuerte en su Iglesia y, los religiosos en general, no descubrimos la fuerza del espíritu que nos llamaba a un cambio de vida a través de nuestros hermanos en los Movimientos y Espiritualidades. Ha existido y existe gran oposición. Yo lo he vivido en carne propia. Esto afecta también a una parte de los Sacerdotes diocesanos.
Después y antes del Concilio Vaticano II han surgido numerosos grupos de fieles que completan a las Congregaciones anteriores y a las Asociaciones de fieles que su alrededor crecieron. “El carácter de
Tengo la dicha, después de muchos años de Capellán universitario, de haber tratado muchos de estos Movimientos y Espiritualidades. La relación con ellos ha sido una bendición para mí. Espero que también para ellos. Cada uno con sus matices preciosos y con sus limitaciones indudables. Una actividad importante en mi vida ministerial ha sido el Confesonario. A través de él, he podido conectar con muchos de estos hermanos. Siempre ha sido un estímulo en mi sacerdocio. Gracias, hermanos. He participado en los cursillos de iniciación de varios de ellos; Presbítero en una Comunidad Neocatecumenal durante varios años. Los he querido conocer por dentro para no decir tonterías al hablar de ellos. Hoy me ayuda a mantener mi respuesta a Jesucristo los Grupos de Renovación Carismática Católica. Nunca este contacto me ha creado problemas vocacionales a mi realidad de Misionero Hijo del Inmaculado Corazón de María, (Misioneros Claretianos). Siempre ha sido un estímulo.
Tengo la convicción, cada día más profunda, de que los fieles de la Iglesia han vivido siempre con un vínculo eclesial más o menos profundo. La ruptura de ese vínculo de pertenencia la estamos pagando muy duramente. En mi pueblo, de la Cartilla profunda, tenía cantidad de Asociaciones sencillas que mantenían la fe de aquellos labradores curtidos.