Hola, buenos días, hoy Verónica (Celia) nos lleva al Señor. Que pases un feliz día.
APARIENCIAS
Tocaba pescado, y pasaron una deliciosa bandeja que tenía una pinta buenísima: pescado doradito por encima, con patatas y cebolla, salsa... La verdad es que yo no hubiese dudado ni un minuto en echarme un buen planto. Pero entonces vi a Joane, quien ya se había servido, haciendo señas para que no me echara mucho. ¡Eso sí que era confianza, con la buena pinta que tenía!
Me eché poco, y realmente no sabía como creía. Era un pescado muy fuerte; la pobre cocinera intentó arreglarlo como pudo, pero no tenía solución. Sabía como un pescado cogido de un puerto y directamente llevado a la boca.
Esto me llevaba a pensar cómo estamos nosotros. A veces por fuera parece que todo va bien, que no hay problemas, que somos perfectos... pero por dentro estamos rotos.
Y Cristo no nos quiere así, no nos quiere perfectos, nos quiere pobres porque Él nos ha amado con todas nuestras pobrezas. Y nos conoce tal como somos, no tenemos que presentarnos ante Él perfectos. Tenemos la costumbre de pensar que, si no somos buenos, si no hacemos las cosas bien, no nos van a querer. Pero con Cristo este esquema de rompe. Lo que Él quiere es que, después de la caída, te levantes.
Por eso, hoy el reto es que te presentes ante Él un rato y le pidas que te quite las máscaras y la fachada que te has creado. Cristo mira el corazón, y ama el tuyo tal y como es.