Preferiríamos que nuestros hijos eligiesen hacer otras cosas mas interesantes, mas productivas, mas constructivas con su tiempo, pero este objetivo parece difícil del conseguir. Comentaba un padre: “Quiero que mi hijo elija otras cosas, hacer algo que valga la pena durante el verano. ¿Hay alguna formula para lograr esto?”
1 ¿Es el juego realmente el problema?
Antes de llegar a la conclusión de que el juego es el problema, hay que determinar si el juego es una forma de sentirse mejor o de aislarse de otro problema, como el bullying, la depresión, la ansiedad, la soledad u otros problemas sociales o emocionales.
2. "Adicción" no es una metáfora.
La Sociedad Americana de Medicina de Adicciones define la adicción así:
“La adicción es una enfermedad crónica primaria de recompensa cerebral, motivación, memoria y circuitos relacionados... Esto se refleja en una recompensa y/o alivio individual que persigue patológicamente mediante el uso de sustancias y de otros comportamientos.
La adicción se caracteriza por la incapacidad de abstenerse constantemente, el deterioro del control del comportamiento, el deseo, el reconocimiento disminuido de problemas significativos con los comportamientos y las relaciones interpersonales, y una respuesta emocional disfuncional”.
La evidencia de que una conducta se ha vuelto "adictiva" incluye: 1) la incapacidad para abstenerse de manera consistente, 2) sentimientos de ansia, y 3) disminución del reconocimiento de las consecuencias negativas de los comportamientos de uno mismo.
No es necesario ingerir una sustancia para desarrollar adicción. Los comportamientos, por si solos, pueden contribuir de manera similar al deterioro de los circuitos de recompensa cerebral. Mi creencia personal es que tenemos relaciones malsanas con la tecnología que derivan en consecuencias negativas tanto emocionales, como en nuestras relaciones, por lo que debemos se sensibles al daño que la tecnología puede provocar en el proceso de crecimiento de nuestros hijos.
3. Hay que hablar, no sermonear.
No comiences la conversación con tu hijo comunicando tu conocimiento y tus conclusiones (por ejemplo, “La lectura es mejor para ti “ o "Creo que tienes un problema"). Lo mejor que puedes hacer es acercarte con curiosidad y con ganas de conectar con él. La confianza es el permiso para influir y tu hijo controla la concesión y la retención de esa confianza. Muestra interés en sus intereses. Pasa tiempo con él. Afirmarle. Y cuando se haya generado suficiente confianza y seguridad, entonces, aborda el tema.
Pregunta a tu hijo, en una escala del 1 al 10: ¿Estas contento con la manera en la que utilizas tu tiempo? ¿Estas seguro de que lo que estas haciendo es productivo y provechoso para ti? ¿Es esto lo que deseas y lo que te imaginas para ti?
Puede que se ponga a la defensiva cuando le preguntes esto por primera vez. Podría sospechar que es una táctica manipuladora para poder sermonearle o emitir tu juicio de la situación. Si es así, asegúrale que no es el caso. Sé honesto y dile que te preocupa el tema, pero deja de lado tu agenda y ábrete sinceramente a sus sentimientos. Si él responde: "Bueno, creo que un 6”. Ahora ya hay puntos en común para poder hablar.
“¿Y por qué no te satisface o te hace feliz la forma en la que pasas el tiempo?”
Tu única esperanza de ayudarlo a tomar diferentes decisiones es honrar sus sentimientos y autonomía desde la primera conversación. Hay que hablar y no sermonear. Esto no significa que no puedas expresar tus opiniones, pero mantén un equilibrio positivo con sus intereses.
4. Haz que tome conciencia, pero sin obligarle. Para poder mantener los malos hábitos es necesario ignorar las consecuencias de los mismos. Si quieres ayudar a tu hijo a "elegir" de manera diferente, tendrás que ayudarle a experimentar las desventajas de su mal hábito de una manera más intensa de lo que ahora experimenta las ventajas del mismo mal habito. Lo que él sabe hoy es que coger un controlador e iniciar sesión de un juego está asociado con sentimientos de subidón, compromiso, disfrute, conexión social, dominio y quizás también de estar en una soledad segura. Si tiene que elegir algo diferente, tendrá que sentir que otras opciones tienen mejores consecuencias. Esto es complicado, pero es un problema que necesitaras resolver como padre. El primer paso es ayudarle a participar en experiencias que le hagan consciente de las consecuencias negativas de sus elecciones presentes y las consecuencias positivas de otras opciones. Por ejemplo, podrías pedirle que realice un experimento para ayudarle a ser más consciente de su experiencia.
- Seguimiento de la emoción. Mira a ver si estaría dispuesto a mantener un diario sencillo de cómo se siente antes y después de jugar juegos durante largos períodos de tiempo. Deberás comprender que algunas de las entradas en su diario confirmarán las emociones positivas que siente mientras juega. Haz que experimente, de manera similar, con otras actividades (alguna actividad familiar, salir con amigos, etc.) y que te diga cómo se siente durante y después de esa actividad. Habla abiertamente con el sobre esto como una forma de ayudarle a tomar decisiones más conscientes.
- Test de abstinencia. Revisa con él la definición de adicción. Anímale a experimentar y, en el proceso, a descubrir, su propia forma de discernir los juegos saludables de los que no son tan saludables llevando a cabo un corto experimento de abstención y tomando nota de sus sentimientos en ese corto periodo. A continuación, pregúntale cómo se sintió y lo que eso significa para él.
5. Hay una gran diferencia entre obligarle a cambiar y negarse a facilitar. Considérate su cómplice en la elección de sus opciones. Tú le facilitas las opciones de las que dispone al proporcionarle una habitación, un entorno cómodo, incluso una PlayStation para jugar. Tienes que aceptar la parte de responsabilidad que te corresponde al proporcionar a tu hijo una influencia estructural que facilita los juegos al proporcionar los dispositivos.
Debes establecer límites en todo lo que facilitas y proporcionas. El hecho de facilitarle una cama no significa que tengas que consentir que este tumbado o acostado las veinticuatro horas del día. Proporcionar comida no significa que tengas que tener chocolate cada vez que te los pida, por poner un ejemplo.
Puedes decírselo de esta manera: "Esto es lo que estoy dispuesto a ofrecerte”.
Ahora, dado que tu objetivo es influir en sus elecciones, y no controlar su comportamiento, te sugiero un equilibrio haciendo una diferenciación entre poner límites y dar consejo. Podrías decir, por ejemplo, “Creo que sería prudente limitar tu uso a una hora al día. Eso es algo que tendrás que decidir. Sin embargo, estoy dispuesto a darte la oportunidad de jugar hasta tres horas al día, y cinco los fines de semana, siempre que tus notas sean buenas y hayas terminado los deberes ".
Siempre es mas adecuado pensar en influencia a largo plazo que en el cumplimiento a corto plazo. Es mas importante dar prioridad al crecimiento de tu hijo que a su comportamiento. Al final y al cabo, la educación de su crecimiento fundamentará su comportamiento final.