El 17, sábado, hubo una gran manifestación en Madrid sobre la dignidad de la vida, del niño no nacido y de la madre. Puesto que estoy aquí en España pasando unos días, quiero ofrecer una reflexión que pueda ayudar a cualquiera de cualquier religión o grupo social a que pertenezca.
"Me parece, como siempre, que no saben cuál es su lugar" dijo la vicepresidenta segunda del Gobierno, refiriéndose a los obispos.
El portavoz del Grupo Socialista en el Congreso ha dicho que la Conferencia Episcopal tiene que entender que en el ámbito de lo público, la única moral posible es la de la Constitución.
Hace unos días, otra ministra dijo que lo que hay en el seno materno de la embarazada, aunque es es un ser vivo, pero no un ser humano.
Alguna asociación ha dicho que este comunicado pone de manifiesto que los obispos son ahora «tan intolerantes como lo han sido siempre». Como ven, unas cuantas perlas.
"Me parece, como siempre, que no saben cuál es su lugar" dijo la vicepresidenta segunda del Gobierno, refiriéndose a los obispos.
El portavoz del Grupo Socialista en el Congreso ha dicho que la Conferencia Episcopal tiene que entender que en el ámbito de lo público, la única moral posible es la de la Constitución.
Hace unos días, otra ministra dijo que lo que hay en el seno materno de la embarazada, aunque es es un ser vivo, pero no un ser humano.
Alguna asociación ha dicho que este comunicado pone de manifiesto que los obispos son ahora «tan intolerantes como lo han sido siempre». Como ven, unas cuantas perlas.
Yo no sé si la Señora Ministra, vicepresidenta de economía sabe cuál es el lugar de los obispos; por lo que dice, me parece que no. Se lo explico:
El lugar de los obispos y de los sacerdotes no es la política sino la predicación del Evangelio y de la moral según las enseñanzas de Jesús, y en comunión con el Magisterio. Ese evangelio y esa moral debemos predicarlos por todo el mundo. Y si nuestro puesto es ése, el de Ud, Sra. Ministra, es trabajar de firme en la solución de los problemas económicos de nuestra patria, que no son pocos, y no decirnos a los obispos lo que tenemos que hacer, ni cuál es nuestro puesto, que lo sabemos bien.
Tampoco sé lo que entiende el Sr. Ministro Portavoz del grupo socialista al decir que en el ámbito de lo público, la única moral posible es la de la Constitución. ¡Por favor, Señor Ministro! Supongo que serían unas palabras que se le escaparían en momentos de enfado con los obispos, pero decir eso no está en la línea de corrección y de respeto que nos merecemos, no ya los obispos, sino los ciudadanos. La moral, ni en público ni en lo privado lo la marca la constitución: la ley natural.
A la ministra que hace pocos días dijo aquello de que el niño en el seno materno es un ser vivo, pero no un ser humano, y que acaba de decir ahora que nadie tiene el monopolio de la moral, le digo que no está bien que una ministra diga eso; ni una cosa ni otra. Si el ser vivo que hay en el seno materno no es un ser humano, ¿qué es? No será un perrito ni un gatito, digo yo. No es lógico que una ministra diga cosas así, dado que a los ministros se les supone una formación normal y corriente.
Y que diga que nadie tiene el monopolio de la moral, por favor, Sra. Ministra. Los cat
ólicos creemos que el Magisterio de la Iglesia es competente en la enseñanza de la moral como norma de vida. Que los no católicos no lo entiendan así, es razonable, pero el católico que quiere ser coherente con su fe, lo ha de aceptar. ¿O es que prefiere que los 350 diputados o la mitad más uno son los que marcan una línea de moral que deben aceptar todos, creyentes o no creyentes?
Y que alguna asociación diga que los obispos son ahora tan intolerantes como lo han sido siempre, me parece que una cosa es ser intolerantes y otra, que seamos fieles a la enseñanza del Magisterio; eso no es ser intolerantes, sino fieles a la doctrina evangélica.
Una última reflexión: Sólo dos palabras que también dicen los obispos: «Decidir abortar es optar por quitar la vida a un hijo ya concebido y eso sobrepasa con mucho las posibles decisiones sobre el propio cuerpo, sobre la salud de la madre o sobre la elección de la maternidad».
Y que el tener todos derecho a la vida no es una concesión del Estado; es un derecho anterior al Estado mismo y éste tiene siempre la obligación de tutelarlo. Hitler y otros no lo hicieron así.
José Gea, Obispo emérito de Mondoñedo-Ferrol
(CONTINUARÁ)
El lugar de los obispos y de los sacerdotes no es la política sino la predicación del Evangelio y de la moral según las enseñanzas de Jesús, y en comunión con el Magisterio. Ese evangelio y esa moral debemos predicarlos por todo el mundo. Y si nuestro puesto es ése, el de Ud, Sra. Ministra, es trabajar de firme en la solución de los problemas económicos de nuestra patria, que no son pocos, y no decirnos a los obispos lo que tenemos que hacer, ni cuál es nuestro puesto, que lo sabemos bien.
Tampoco sé lo que entiende el Sr. Ministro Portavoz del grupo socialista al decir que en el ámbito de lo público, la única moral posible es la de la Constitución. ¡Por favor, Señor Ministro! Supongo que serían unas palabras que se le escaparían en momentos de enfado con los obispos, pero decir eso no está en la línea de corrección y de respeto que nos merecemos, no ya los obispos, sino los ciudadanos. La moral, ni en público ni en lo privado lo la marca la constitución: la ley natural.
A la ministra que hace pocos días dijo aquello de que el niño en el seno materno es un ser vivo, pero no un ser humano, y que acaba de decir ahora que nadie tiene el monopolio de la moral, le digo que no está bien que una ministra diga eso; ni una cosa ni otra. Si el ser vivo que hay en el seno materno no es un ser humano, ¿qué es? No será un perrito ni un gatito, digo yo. No es lógico que una ministra diga cosas así, dado que a los ministros se les supone una formación normal y corriente.
Y que diga que nadie tiene el monopolio de la moral, por favor, Sra. Ministra. Los cat
ólicos creemos que el Magisterio de la Iglesia es competente en la enseñanza de la moral como norma de vida. Que los no católicos no lo entiendan así, es razonable, pero el católico que quiere ser coherente con su fe, lo ha de aceptar. ¿O es que prefiere que los 350 diputados o la mitad más uno son los que marcan una línea de moral que deben aceptar todos, creyentes o no creyentes?
Y que alguna asociación diga que los obispos son ahora tan intolerantes como lo han sido siempre, me parece que una cosa es ser intolerantes y otra, que seamos fieles a la enseñanza del Magisterio; eso no es ser intolerantes, sino fieles a la doctrina evangélica.
Una última reflexión: Sólo dos palabras que también dicen los obispos: «Decidir abortar es optar por quitar la vida a un hijo ya concebido y eso sobrepasa con mucho las posibles decisiones sobre el propio cuerpo, sobre la salud de la madre o sobre la elección de la maternidad».
Y que el tener todos derecho a la vida no es una concesión del Estado; es un derecho anterior al Estado mismo y éste tiene siempre la obligación de tutelarlo. Hitler y otros no lo hicieron así.
José Gea, Obispo emérito de Mondoñedo-Ferrol
(CONTINUARÁ)