Esto de la política es incomprensible. No sé si también lo es para los políticos, pero sí al menos para una persona como yo. Hace unas semanas, todo era Venezuela y, de repente, ya prácticamente no se habla de ella. Sin embargo, Venezuela sigue existiendo y la tragedia que allí se vive es real. Una tragedia que puede afectarnos a los españoles como les afectó a ellos, si nos dejamos engañar por el populismo que a muchos sedujo.
Veamos estos datos, que son sólo de un día cualquiera y que se multiplican el resto de los días y el resto de las semanas: El mercado central de Puerto de la Cruz tuvo que cerrar por intento de saqueo por parte de la multitud hambrienta. Lo mismo el mercado central de Cumaná (allí un comerciante fue asesinado por la gente, desesperada, añadiendo uno más a la lista de personas que han sufrido ese destino). El centro de San Félix tuvo que ser militarizado por el mismo motivo. Disturbios en Naiguatá por la venta carísima de productos supuestamente regulados. La multinacional de distribución Makro suspendió los pases de acceso para dedicar las existencias que tiene a distribuir directamente a las tiendas. Tan sólo en el Hospital Central de San Cristóbal, un directivo reconoció que habían muerto 90 neonatos por falta de medicinas. Cuatro medios de comunicación que aún resisten al Gobierno han sido atacados en menos de un mes, entre ellos el diario El Nacional. El bolívar se ha devaluado en 67 por 100 en lo que va de año.
Podría seguir casi indefinidamente contando lo que sucede en Venezuela cada día. Y mientras tanto, Cáritas sigue sin recibir el permiso del Gobierno para distribuir alimentos y medicinas. La hambruna se cierne sobre el país y la Iglesia está atada de pies y manos para poder ayudar a su pueblo. Pero no pasa nada; son de izquierdas, todo les está permitido. ¿Alguien se imagina cómo estaría el mundo de alterado contra el Gobierno de Venezuela si éste fuera de derechas? Y eso es lo que nos quieren imponer aquí. Por eso vuelvo a repetir: por la libertad, incluida la libertad religiosa, hay que parar al Frente Popular. Lo que nos espera no es una broma.