Sin rodeos: todos los partidos que ahora gozan y gozarán de representación parlamentaria son esclavistas.
Y un aviso: muchos católicos que van a leer este artículo se enfadarán. Allá ellos. Han decidido votar al PP o a Ciudadanos en pro de un ideal tan elevado como es la defensa del capitalismo y, más concretamente, de su pensioncita. Y no quieren que nadie les recuerde que con su voto han vuelto a legitimar un régimen esclavista y asesino. Si es usted uno de ellos, le recomiendo detener su lectura y ver algún debate de 13TV.
Todos los partidos del nuevo arco parlamentario –sin excepción– defienden la esclavitud como institución jurídica. A la vista de sus programas electorales Mariano Rajoy, Pedro Sánchez, Albert Rivera y Pablo Iglesias están de acuerdo en mantener un modelo de sociedad donde existan personas propietarias de otras personas. Amos con todos los derechos sobre sus esclavos, incluso el derecho de matarlos.
Tanto es así que el debate electoral se ha basado en naderías como el desempleo, la unidad territorial o la corrupción política. No me malinterpreten: son cuestiones de calado, pero no cuando en España se mata a 100.000 esclavos cada año con la aprobación del Gobierno. Entenderán que semejante genocidio convierte a cuatro millones de parados en un asunto muy menor.
Todos los candidatos están tan de acuerdo en el esclavismo que la posibilidad de abolirlo no ha ocupado ni un solo minuto en las campañas y debates de los grandes partidos en liza.
De hecho, hay que remontarse al año pasado para encontrar declaraciones de los principales líderes políticos sobre su adhesión al esclavismo.
Pedro Sánchez fue preguntado en abril de 2015 por esta forma de esclavismo cuyo nombre aséptico es "aborto". El líder socialista afirmaba que “el PSOE y el secretario general, desde luego, están con los derechos y las libertades de las mujeres". Se refiere al supuesto derecho que tiene la mujer de matar a la mujer u hombre que lleva en su vientre. De los derechos y libertades de estos últimos ni una palabra, que por algo son esclavos.
Del partido Ciudadanos salieron estas palabras en diciembre de 2015: “Todos compartimos este mundo y todos tenemos la obligación de respetarnos y de respetar derechos fundamentales, como el derecho a la vida". No eran de Albert Rivera, sino del médico Carlos Pracht, antiguo cabeza de lista de la formación naranja por Cantabria. A Rivera le faltó tiempo para corregirle. “No lo comparto. El aborto es una situación que tiene que ser regulada con una ley de plazos como la que tenemos”. Por cierto, Pracht fue convenientemente relevado de la candidatura por el insigne humorista Felisuco.
Pero volviendo a Rivera, en alguna ocasión ha afirmado que el aborto es “un trauma y un fracaso”. Calificarlo en estos términos implica haber comprendido la verdad científica de que abortar es matar a un ser humano –de ahí el trauma y el fracaso– y por eso resulta aún más cínico que se abstenga de exigir la abolición de esta forma de esclavismo. Si es un trauma es precisamente porque se trata de matar a un ser humano. Y si se trata de matar un ser humano, no hay plazos que valgan.
Pablo Iglesias afirmaba en noviembre de 2015 que "los que recortan y los que han hecho leyes del aborto que nos llevan a 30 años atrás están en el bando contra las mujeres". Se desprende que él esta muy cómodo en el bando contra los bebés no nacidos.
Otro que no puede estar más cómodo en ese bando –para sorpresa de Iglesias– es Mariano Rajoy.
En septiembre de 2015, Rajoy trató de justificarse por no haber modificado la ley del aborto a pesar de llevarlo en su programa y tener mayoría absoluta para hacerlo: «Creo que ahí había un acuerdo muy general en la sociedad y vamos a seguir trabajando en el futuro para que lo haya en ese tema. Hay muchas ocasiones en la vida en que ganar por mayoría no es lo más razonable. Yo estoy convencido de que se podrá buscar una solución que sea sensata, justa y razonable».
Esta declaración se merece el premio al esclavista del año. En el fondo afirma que sabe muy bien que hay seres humanos cuyos derechos están siendo pisoteados hasta la muerte. Lo sabe tan bien que lo llevaba en el programa electoral. A pesar de saberlo –primera muestra de cinismo– pretendía modificar una ley del aborto por otra que, si bien era un poco más restrictiva, seguía permitiendo matar niños a cualquiera que se lo propusiese. Pero no termina aquí la cosa porque –segunda pirueta cínica– decide traicionar a su electorado manteniendo la ley que se supone que iba a retirar. Pero lo mejor de todo –tercer grado de cinismo con doble tirabuzón– lo justifica con que había “un acuerdo muy general en la sociedad”.
También había un acuerdo muy general en la sociedad norteamericana de finales del XIX al respecto de que un indio no era una persona tal como lo entendía la Constitución. Por no hablar de los negros. ¿Recuerdan a Martin Luther King?
Y por no hablar tampoco del importante consenso, a principios del siglo XX, en torno a que el término “persona” no incluía a las mujeres en lo tocante al derecho a voto.
No abundaré en el relativo consenso en la sociedad alemana de mediados del XX sobre que los judíos no eran personas. En cualquier caso, el Partido Popular ha sido el responsable de convertir el aborto en un derecho.
¿Quieren la cuarta y última muestra de cinismo del PP de Rajoy, ese partido que todavía es la esperanza blanca de muchos católicos? Tuvieron el detalle de corregir un fleco de la ley de Zapatero y obligar a las menores a informar a sus padres de que iban a abortar. Nada de impedírselo mediante una ley, no, sólo informar a los padres. Porque ya se sabe que la familia que mata hijos unida permanece unida.
Voy terminando con una cita de don Eduardo Martínez Abascal: "Al igual que a lo largo de los siglos se fue avanzando en el concepto de la dignidad de la persona humana, incompatible con la esclavitud, hoy se ha avanzado mucho en el conocimiento del ser humano desde su concepción. La ciencia es clara al respecto: en el útero hay un ser vivo, y ese ser vivo sólo puede ser un ser humano, cuya custodia (no propiedad) es de la madre. Pues bien, si hay un ser humano, no se le puede matar”. Y añado: no se le puede matar ni se puede apoyar con el voto a quienes legislan en favor de que se le mate. No hay plazo ni supuesto que justifique la muerte de una persona no nacida.
De los pocos católicos que así se denominan hoy en España, muchos piensan que “hay que saber navegar en el mundo”. Y creen que saber navegar significa mantener una posición conservadora. Da igual si aquello que se conserva es un error que más bien debiera corregirse. Decía Chesterton: “El mundo moderno se divide en Conservadores y Progresistas. La misión de los Progresistas es cometer errores. La misión de los Conservadores es evitar que los errores se corrijan”. Esto hace el PP con el aborto y muchos católicos lo legitiman convencidos de que perpetuando este régimen asesino se hacen un favor a sí mismos y a sus familias, por lo menos en el aspecto económico. Craso error. Nauseabundo error.
Si algo no hacían las personas que querían dotar de derechos a negros, judíos y mujeres, era votar a favor de los esclavistas. Así que hagan ustedes el favor de no votarles más.
Esta es la situación real de la política en el cadáver lleno de cadáveres que es España. Las paparruchas que van a leer en todos los periódicos de tirada nacional a partir del 27 de junio son mero ruido y harán bien si no prestan ninguna atención.
Dedíquense mejor a rezar por nuestros gobernantes, para que la sangre de los 100.000 niños muertos que caerá este año sobre ellos y sobre todos nosotros nos haga despertar de esta pesadilla macabra. Dios lo quiera.