Todos deseamos que nos descubran aquello que esperamos, y que no tenemos. Precisamente unas elecciones políticas tienen esa finalidad. Pensamos que esos, precisamente, a los que damos nuestro voto, son los más idóneos para hacer el descubrimiento que soñamos, y que nos hará felices. Y todo ello casi siempre tiene que ver con el dinero. Pero no siempre ocurre así. Hay una historia que dice:
Descubridores de dinero
Durante la crisis económica de mediados del siglo XIX, un acreedor ansioso por cobrar la deuda que había contraído el gobierno con él le dijo a Ramón María Narváez, Presidente del Consejo de Ministros:
-España cuenta con hombres insignes, como Cristóbal Colón, que descubrió América. ¿Por qué nadie del gobierno descubre la manera de pagarnos?
Narváez le contestó:
-Mire usted, Colón descubrió América porque había una América que descubrir; nosotros no podemos descubrir dinero porque no lo hay.
Este es el problema. No podemos descubrir lo que no hay. Entonces algunos inventan necesidades que nos harán felices, y nos prometen que eso precisamente, solo ellos son los únicos capaces de descubrirlo. Al final lo que suele ocurrir es que para darnos lo que pedimos primero nos lo quitan. Y una vez que nos sentimos pobres de solemnidad nos enseñan el espejuelo que nos hace soñar. Y al final, con los ojos abiertos como platos, decimos: -¡Qué buenos son estos que nos devuelven lo que nos quitaron! - El peligro real está en que nos conformemos solo con el espejuelo, y encima le demos las gracias porque nos han permitido soñar.
En definitiva, seamos realistas y le demos la mano al que nos pueda llevar por un camino en el que haya las menos piedras posibles. Cada uno se imagina quien puede ser. La desgracia es que todos tengamos que recorrer el mismo camino que ha elegido la mayoría. Pero así es la democracia.
Vote. Pero con cabeza.