Sobre estas líneas el Monumento al Sagrado Corazón de Jesús en el Cerro de los Ángeles. El Cardenal Segura asistió, siendo obispo auxiliar de Valladolid, a su bendición en el año 1919.
Estamos llegando al final de esta serie que comenzamos hace más de dos meses, concretamente el 6 de abril, aquel artículo se titulaba Si el Cardenal Segura no se defiende… En este Año Jubilar de la Misericordia me parece bien recoger una homilía sobre este tema.
Son cientos los textos de homilías, pastorales o de sus libros que podíamos recopilar; pero ya he recordado, en otras ocasiones, que este blog está dedicado al tema de la persecución religiosa: ¿Y no fue eso lo sufrido por el Cardenal Segura durante el segundo semestre de 1931? ...creo que esto ha quedado suficientemente probado.
Una vez más, El Castellano del 20 de marzo de 1928 da noticia, en esta ocasión, del final de las Conferencias para hombres que el Cardenal Pedro Segura ha dado en la Catedral de Toledo y de una tanda de Ejercicios que ha tenido con niños y que “ha ocasionado imponderables manifestaciones de fe y religiosidad”. El tema de la última conferencia ha sido:
LA MISERICORDIA DIVINA
Amadísimos hijos:
Grande, inmenso, es el mar que ciñe la tierra; grande, inmenso, es el espacio que envuelve el universo. Pues mar sin fondo, mar sin orillas, espacio inconmensurable es la misericordia de Dios. Lengua más que de ángel se necesitaría esta noche, hijos muy amados, para desarrollar este tema que es el más importante de todos los temas que hemos tratado. La misericordia de Dios sobre la tierra, lo llena todo. ¡Qué fuera del mundo, qué fuera de los hombres, Señor, qué fuera de mí sin tu misericordia!
Los caminos de Dios sobre la tierra, lo ha dicho el Espíritu Santo, no son sino misericordia. En el cielo y en la tierra, en el tiempo y en la eternidad, todo lo llena la misericordia infinita de Dios. Más todavía, hijos míos; en Dios todo es grande, todo es infinito, pero hablándonos Él de su misericordia, nos dice que la misericordia sobrepasa las manifestaciones en la tierra y todos sus atributos.
Grande, inmensa es su sabiduría, que ha trazado al universo y le ha dado esas leyes inmutables por las que se rigen el cielo la tierra. Pero más que su sabiduría es la misericordia inspiradora de las obras de esa sabiduría.
Grande, inmenso es el poder de Dios, que sostiene la creación entera y este cuerpo que aniquilase en un solo momento. Pero mayor en sus manifestaciones es esta misericordia, razón de ser de todo cuanto tiene existencia sobre la tierra.
Grande, inmensa es la justicia de Dios. Pero tú mismo has dicho, Señor, que tu misericordia sobrepasa a la eternidad.
Abramos el corazón, hijos míos, a esta misericordia de Dios, en cuyos brazos hoy nos estrecha nuestro Padre celestial. La misericordia infinita de Dios, esa misericordia debiera ser el motivo de nuestras alabanzas y de nuestros cánticos. Hay un salmo, el 135, que recitaba el pueblo, y ese salmo está consagrado a la misericordia divina. Cantaban los sacerdotes, cantaban los levitas las obras de la misericordia de Dios y el pueblo repite: “Porque eres bueno, Señor, porque tu misericordia está por toda la eternidad”.
Pues en esta noche debiéramos entonar un cántico en este magnífico templo, y yo debiera ir recorriendo una por una las obras todas de la misericordia de Dios, y vosotros debierais ir repitiendo: “Porque era bueno, porque tu misericordia no tiene término”.