El Papa Francisco ha improvisado una idea feliz que fue aplaudida por los jueces y fiscales de todo el mundo que le escuchaban. Ha dicho que «La Iglesia está llamada a comprometerse (…) debe meterse en la gran política». Se trataba de un encuentro centrado en la lucha contra el poder corruptor de las mafias y el crimen organizado. Y su convencimiento de que la respuesta debe venir de los hombres y mujeres de ley.
Memoria histórica también
Esto no significa la intromisión de la Iglesia Jerárquica en la política y los poderes terrenos, aunque sí sea una postura moral frente al relativismo y el pragmatismo que tantas veces malicia la política. Volviendo hace atrás en España para hacer memoria histórica de las hazañas del comunismo que ahora intentan resucitar como socialdemocracia. En 1934 un grupo de universitarios daba catequesis en el Puente de Vallecas y al separarse para visitar a varias familias pobres fueron atracados por unos extremistas les esperaban con porras y piedras para darles una paliza. Aquellos comunistas se habían adueñado de la calle y estaban dispuestos a imponer el terror por todos los medios a su alcance.
Así se las gastaban esos iluminados comunistas dividiendo entre ricos y pobres, entre capitalistas y proletarios según su jerga; y hoy se presentan como la voz de la calle frente a la casta del sistema. Aflora lógicamente su núcleo duro de la lucha de clases y el odio a la libertad y la religión. Ayer en Vallecas y hoy en Venezuela no les resulta difícil justificar las agresiones. Ayer con porras y hoy amenazando a unos medios de comunicación y sirviéndose con profusión de otros afines.
Concretando: resulta sorprendente que Pablo Iglesias, y la cúpula de Podemos, vayan dando lecciones de honradez cuando llevan el enorme peso de tantas prácticas corruptas durante estos años, que ahora vamos conociendo. Primero los dineros de Errejón y ahora los de Iglesias. ¿Cómo es posible que sus votantes -tantos parados que malviven con 600 euros, y tantos indignados sin trabajo-, que no se les echan encima para exigir total transparencia, honradez y democracia interna? ¿Cómo es posible que televisiones como La Sexta o Atresmedia no tiren de la manta? ¿Cómo es posible que los jóvenes que han votado por primera vez a Iglesias, pasen de puntillas por el incremento de 43 mil euros en sus cuentas bancarias personales más de lo declarado, y que se deduzca el 83 por ciento de lo que ganó como autónomo?
La bodega de Podemos
En su corta vida, Podemos está experimentado que los españoles no somos venezolanos. Y nos damos cuenta –quizá algo tarde- de que la piel de oveja oculta al lobo feroz que intenta devorarnos. Vamos comprobando también que su fábrica de mentiras tiene corto recorrido; que sus gestos para ocupar portadas esconden mucho vacío pues sólo tienen el programa de acabar con el sistema de la casta. Los ciudadanos hemos visto ya que les ha faltado tiempo para colocar a sus compañero, amigos y parientes entre la casta, con buenos sueldos y prebendas. Y cualquiera medianamente informado sabe que Podemos ha nacido con los millones venezolanos e iraníes. Por esto la bodega del barco Podemos tiene tres grandes vías de agua: primera, su oscura financiación no explicada; segunda, sus mentiras ya descubiertas; y tercera su manipulación de los indignados de buena fe que se concentraron hace cinco años en la Puerta del Sol. ¿Pero eso cambiará el voto de los cinco millones, incluidos los jóvenes menores de 35 años?
Un aliado necesario es la manipulación del lenguaje, algo propio de los totalitarismos, que piensan por los demás y dicen lo que hay que hacer. Hablaban de sociedad sin clases, educación popular, amor libre –lo ha dicho Anna Gabriel-, o de alienación religiosa. Con el paso del tiempo el camaleón cambia de color pero no de piel. Porque en el fondo sí hay dos clases de personas: quienes creemos en la libertad y la respetamos, y la de los colectivismos reacios a la libertad que conquistan el poder como sea. Por eso el mundo ha sufrido los gulags, los campos de concentración, los genocidios, y los populismos con la farsa de los nuevos derechos sociales. Y los españolitos mirando.
Este análisis para nada desprestigia a la política de verdad, de la que el mismo Francisco decía en esa ocasión citando a Pablo VI: «La política es una de las formas más altas del amor, de la caridad.