Ser madre ha sido la experiencia más bonita de mi vida, aunque suene a topicazo es la verdad. Y eso que todos mis embarazos han sido malos, de hecho dos terminaron en aborto espontáneo y eso sí que fue arrasador.
Sentir cómo va creciendo un ser humano en tu interior no se puede describir, hay que sentirlo. (Perdón por la redundancia)
En mi caso particular siempre he tenido todos los síntomas incómodos: náuseas, vómitos, mareos, ganas de ir al baño cada 0´2 minutos, insomnio, estreñimiento, ciática… Y te preguntarás qué tiene eso de bonito, ¿verdad?
Lo bonito de la maternidad es que todo lo malo se olvida en cuanto le ves la cara a tu hijo, a quien has estado imaginando durante 40 semanas, a quien empezaste a amar antes de ver la 1ª ecografía. ¡Si no el género humano se habría extinguido hace miles de años!
¿Tú crees que alguna mujer repetiría si no pesaran más las cosas buenas que las malas? ¿Tú sabes lo que pesa un bebé en el útero a partir de la semana 22? ¿Y lo frustrante que es no verte los pies en la ducha? ¿Y lo idiota que te sientes cuando toda tu vida te han chiflado las fresas y de repente no las puedes ni ver?
Y después las madres sólo queremos lo mejor para nuestros hijos. Y yo, que soy una madre cristiana, lo que siempre he querido para ellos es que fueran hijos de Dios desde recién concebidos, que Él fuera creciendo en su interior desde el momento del Bautismo, que fuera despertando en ellos deseos de santidad y que los escogiera para seguirle y servirle muy de cerca.
Pero mis planes personales no deben interferir en los planes de Dios para ellos, aunque a veces me pase como a la madre de Santiago y Juan, que quería que sus hijos se sentaran a la derecha y a la izquierda del Señor en su reino.
Yo le pido al Señor que los padres cristianos no seamos un obstáculo entre Él y nuestros hijos, sino un puente ancho, bien iluminado y sin baches que los una.
Lo que más me importa es que sean felices escogiendo libremente lo que quieran hacer con su vida. Y como la Virgen es mucho mejor madre que yo, ¡le he pedido que no les quite ojo!