El recorte apareció el 26 de septiembre de 1931 en el semanario Voz Española
21 de noviembre de 1931
En esta nueva carta[1], desde Vichy, el Cardenal Segura afirma que mejora muy lentamente. A ella responderá el Cardenal Pacelli, en nombre del Santo Padre, con fecha de 1 de diciembre de 1931.
Emmo. y Rvdmo. Sr. Cardenal Secretario de Estado:
Conforme prometí a Vuestra Eminencia Reverendísima y para cumplir los deseos del Santo Padre, quiero darle cuenta del estado de mi salud. No se nota sensiblemente gran mejoría, pero es lo cierto que, según el parecer del Doctor especialista que me asiste, estoy ya en franca convalecencia. Hoy, fiesta de la Presentación de Nuestra Señora, me he decidido a celebrar por vez primera la Santa Misa, que he aplicado por las necesidades e intenciones del Santo Padre y por las necesidades de la Santa Iglesia.
Aún permanezco la mayor parte del día en cama y con bastante agotamiento de fuerzas, mas creo que el Doctor me dice la verdad al afirmar que está contento de la marcha de la enfermedad y que no tardaré mucho en notar los efectos de la mejoría ya iniciada. Hoy me ha dicho que vine aquí sumamente extremado y en peligro y que podemos darnos por satisfechos con mi estado actual: repitiendo la misma frase de que la convalecencia tiene que ser un tanto larga y penosa. ¡Dios sea bendito!
Mucho me cuesta distraer a Vuestra Eminencia Reverendísima con estas pequeñeces al tiempo de que tanto para asuntos graves de la Santa Iglesia; mas me hago la reflexión “de que obedecer es amar”.
Imploro como siempre instantemente la bendición de Su Santidad, y renuevo a Vuestra Eminencia Reverendísima mis sentimientos de veneración y gratitud con los que me honro suscribirme de Vuestra Eminencia Reverendísima, admo. devotmo. servidor verdadero
Pedro, Cardenal Segura y Sáenz
1 de diciembre de 1931
De nuevo una última carta, desde Vichy, del Cardenal Segura en la que comunica a Secretaría de Estado que está mejor de salud. Además propone su viaje a Roma.
Eminentísimo y Rvdmo. Señor:
Mucho agradeceré a Vuestra Eminencia Reverendísima tenga la bondad de significar al Santo Padre que, a juicio del Doctor que me asiste, a mediados de mes, si no surge ninguna complicación imprevista, estaré en condiciones de ponerme en camino y que consiguientemente estoy a lo que Su Santidad tenga a bien disponer de mí.
Como todavía no estoy plenamente repuesto, procuraré hacer el viaje en etapas con algún descanso.
Siempre que sea del beneplácito del Santo Padre he aceptado la instante invitación de los Señores Condes de Rodríguez-San Pedro, que han tomado casa en Roma y que se ofrecen a dispensarme los cuidados que reclama ahora mi salud tan quebrantada. Se trata de una familia ejemplar y prestigiosísima. Estaré en esta casa tan solo el tiempo indispensable hasta buscar mi instalación independiente, donde mejor pareciere convenir, para lo cual será preciso un pequeño plazo de tiempo.
Esto, como todo, queda subordinado al parecer y a la voluntad del Santo Padre, que ha sido, es y, con la gracia de Dios, será mi única norma de conducta.
Guardando ciertas precauciones sobre todo al principio, creo llegaré en condiciones de poder seguir mi vida ordinaria de trabajo.
Con este motivo me complazco en renovar a Vuestra Eminencia Reverendísima los sentimientos de respeto, consideración y estima, con que me suscribo de Vuestra Eminencia Reverendísima devmo. admo. servidor verdadero
Pedro, Cardenal Segura y Sáenz
[1] Vicente CÁRCEL ORTÍ, La II República y la Guerra Civil en el Archivo Secreto Vaticano [I-2] Documentos del año 1931 (agosto-diciembre), páginas 623-624 (Madrid, 2011).