Odisur

Suele decirse que uno de nuestros pecados capitales es la desmemoria o el desagradecimiento, pero no se puede acusar de esto a Albox. Así lo demostraron la pasada tarde, cuando masivamente se congregaron albojenses de todas las edades. El objetivo era honrar la memoria de un presbítero fallecido casi tres siglos atrás: don Lázaro de Martos y García Verdelpino.

Nacido en Albox en 1651, fue ordenado sacerdote tras estudiar en el Seminario Conciliar de san Indalecio de Almería. Primero beneficiado de Benitorafe, fue cura de Albox durante cuarenta y ocho años, desde 1685 hasta 1733. Su fecundo apostolado, casi siempre ligado a la Escuela de Cristo, se extendió más allá de la villa almanzoreña. Las fundaciones más amadas por los albojenses son la primitiva ermita del Saliente y el Hospicio de san Francisco que originó el actual barrio de La Loma. El cariño, siempre creciente, hacia don Lázaro hizo que se ligara a la leyenda salientera. Según ésta, el origen de su vocación sacerdotal y del Santuario del Saliente sería una visión que tuvo en el monte Roel en algún momento de su infancia.

Todos estos recuerdos afloraron en los numerosos fieles que abarrotaron la Iglesia Parroquial de la Concepción. Acudieron representantes del Excmo. Ayuntamiento y de la Asociación de Vecinos de La Loma. Los cánticos litúrgicos fueron interpretados por el coro "Los Guardias de Dios". La Santa Misa fue presidida por el párroco, concelebrada por el arcipreste del Almanzora y el párroco de Olula del Río. Los pequeños de catequesis fueron los encargados de hacer la oración de los fieles.

Para la ocasión, se presentó un retrato de don Lázaro de Martos. El original se quemó en el saqueo del Santuario Diocesano del Saliente durante la persecución religiosa de 1936. El nuevo, obra del premio nacional de pintura don Francisco Javier Morcillo Matillas, presenta a don Lázaro con elementos propios del siglo XVIII y en compañía de la Pequeñica.

Antonio J. Saldaña