TEMA: EL ORDEN Y EL MATRIMONIO AL SERVICIO DE LA COMUNIDAD
1) INTRODUCCIÓN (En especial para los Catequistas)
Además de los sacramentos a los que ya nos hemos referido, hay otros dos que fueron instituidos para el bien y el servicio de la Iglesia; son el Matrimonio y el Orden.
Por medio del sacramento del matrimonio, Jesús ayuda a los esposos a amarse con el mismo amor con que Él amó a su Iglesia; y les ayuda también a educar a los hijos en el amor; ambos aspectos están estrechamente unidos porque el hombre, para aprender a amar, necesita ver amar y sentirse amado.
Por el sacramento del orden destina a quien lo recibe, a hacer presente el sacerdocio y el servicio de Cristo. Ambos sacramentos son definitivos, como lo son tanto el amor de Cristo a su Iglesia, como su sacerdocio.
PARÁBOLAS Y EJEMPLOS EL REPRESENTANTE DEL REY Orden sacerdotal)
Un rey tuvo que ausentarse de su reino durante algún tiempo; y como no quería que sus súbditos estuviesen solos, porque aquello sería un desastre para el reino, envió a un amigo para que gobernara el reino en su nombre durante su ausencia.
Le dijo que gobernase como él había gobernado y que a su vuelta, daría por bueno lo que su amigo hiciese, de manera que quienes le obedeciesen estarían obedeciendo al rey, y quienes le rechazasen estarían rechazando al rey.
Le dijo también que ejerciese justicia en su nombre; y así que si perdonaba a alguien, quedaba perdonado por el rey.
Dios nos ha enviado a unos representantes suyos, los sacerdotes, para que prediquen el mismo Evangelio que predicó Jesús, para que nos santifiquen por medio de los sacramentos instituidos por Jesús, y para que dirijan a la Iglesia en nombre de Jesús, quien sigue salvando a través de los sacerdotes.
LAS DOS VELAS QUE ARDEN JUNTAS (Matrimonio)
Supongamos que cada uno somos como una pequeña vela. Cuando se contrae el matrimonio, las velitas del hombre y de la mujer se ponen una junto a la otra, y el Espíritu enciende las dos para que se vayan consumiendo en el amor e iluminen con el buen ejemplo a quienes están junto a ellos.
Ambas van ardiendo de manera que las llamas de ambas se unen y forman una sola llama. Están unidas en el fuego del amor.
Mientras arden juntas se van consumiendo hasta el final de sus vidas, con la satisfacción de haber conservado la llama que el Espíritu encendió en ellas al recibir el sacramento del matrimonio, y de haber sido luz en medio de su familia y de la sociedad.
Si una se apaga, sigue ardiendo la otra. Mientras sigan unidas, es posible que vuelva a arder la que se apagó. Si se separan, quedará siempre una sin arder y sin ser luz para los demás. Los esposos han de permanecer unidos durante toda la vida.
3) CHARLANDO CON JESÚS
Niño: Falta que me expliques los otros dos sacramentos, el del matrimonio y el del orden sacerdotal.
Jesús: ¿Por cuál empezamos?
Niño: Por el del matrimonio, porque es el que yo voy a recibir; el del orden sacerdotal es para los que quieran ser sacerdotes.
Jesús: Oye, oye; tú sabes lo que te gustaría ser; lo que tú no sabes es lo que me gustaría a mí que fueses; y si somos amigos y te pido que me ayudes a salvar a los hombres siendo sacerdote o consagrándote para siempre al servicio de la Iglesia, ¿me dirías si te lo pidiese, que sí o que no?
Niño: Te diría que sí; seguro.
Jesús: Me alegro de oírtelo decir, porque si somos amigos, no es cuestión de escoger lo que te gusta más, sino de darme gusto cuando yo te pida ayuda para lo que necesito de ti. Porque yo también te ayudo en lo que necesitas de mí.
Además, fíjate en lo importante que es ser sacerdote. Por medio de los sacerdotes, yo estoy haciendo ahora las mismas cosas que hacía cuando viví en Palestina. Por medio de mis sacerdotes, predico, animo a los hombres a ser buenos, bautizo, perdono los pecados, me ofrezco al Padre en la misa, atiendo a los enfermos, ayudo a los débiles... todo eso lo estoy haciendo por medio de los sacerdotes. Pero, en fin, hablemos primero del matrimonio ya que así lo deseas.
Niño: Bueno, mejor no; hablemos primero del orden sacerdotal ya que es tan importante.
Orden Sacerdotal
Una pregunta que me queda: ¿El matrimonio y el sacerdocio son para siempre?
Jesús: Sí. Porque el matrimonio es una unión entre los esposos parecida a la que yo tengo con mi Iglesia, y el amor que deben tenerse los esposos también es semejante al que yo le tengo a mi Iglesia, y mi unión con mi Iglesia y mi amor a ella son para siempre.
Y en cuanto al sacerdocio, por el sacramento del orden, me he apropiado de la persona del sacerdote. Lo he unido a mí de manera total y definitiva, para poder yo seguir salvando a los hombres a través de él. Le he dado mi mismo sacerdocio y mi sacerdocio es para siempre.
Niño: ¿Qué tarea dices que les has confiado a los sacerdotes?
Jesús: Les he confiado la tarea de que me hagan presente entre vosotros para que yo pueda seguir salvándoos a través de ellos. Por eso es tan importante el sacerdocio.
Niño: ¿Y si los sacerdotes son malos?
Jesús: Pero yo soy bueno; y como yo soy quien actúo a través de los sacerdotes cuando actúan como tales, mi acción sí vale. Te pongo un ejemplo: Una cañería puede ser de plomo o de oro; igual los sacerdotes. Lo importante es que corra el agua; y el agua igual corre por una cañería que por otra. ¿Lo entiendes?
Niño: Sí, perfectamente. Quieres decir que aunque un sacerdote sea un gran pecador, puede perdonar los pecados porque eres tú quien perdona a través de él.
Jesús: Exacto. Aunque tengan algunos defectos como todos los hombres, te digo que estoy muy contento con mis sacerdotes. ¿Tú sabes lo bonito que es que sigan entregándome sus vidas para que yo pueda seguir salvando a los hombres? Son muy buenos. Quiéreles mucho.
Niño: Sí, Jesús; yo les quiero, pero de modo especial ¿sabes a qué sacerdote quiero mucho?
Jesús: A ver, a ver.
Niño: Al cura de mi parroquia.
Jesús: Muy bien, porque la parroquia es tu familia y él forma parte de esa familia como padre de todos vosotros.
Niño: Bueno, te hago otra pregunta que se me acaba de ocurrir: ¿Todo lo que haces por nosotros lo haces a través de los sacramentos?
Jesús: Sí, todo. Porque en los sacramentos estoy presente junto a vosotros como fuente de vida y de gracia. Os doy la gracia por el bautismo, la fortalezco por la confirmación, la mantengo y la aumento por la eucaristía, y si la perdéis por el pecado, os la devuelvo por el sacramento de la penitencia; y os animo y fortalezco en la enfermedad por la unción de los enfermos. Estoy con vosotros por el sacramento del orden para seguir predicando, dando vida y amando por medio de los sacerdotes. Por último, estoy con los matrimonios para ayudarles en sus tareas de amor y en la educación de los hijos.
Matrimonio
Niño: Bien; no había pensado en la importancia del sacerdocio. Pero si hablamos ahora del matrimonio, te hago la siguiente pregunta: ¿Para qué diste a tu Iglesia el sacramento del matrimonio?
Jesús: Como todos los cristianos forman parte de mi cuerpo que es la Iglesia, yo quiero que marido y mujer se amen como yo amo a la Iglesia, y que de ese amor que se tienen, nazcan nuevos hijos. Yo les ayudo por medio de la gracia del sacramento, para que se amen y para que eduquen a sus hijos en el amor.
Es lo que quiere mi Padre. Por ello hace brotar en sus corazones el amor entre ellos y hacia los hijos. Pero como el amor no es fácil, por medio del sacramento del matrimonio, yo estoy junto a los esposos para ayudarles a amarse con el mismo amor con que yo amo a la Iglesia.
Fíjate si este sacramento es importante, que la familia que se inicia con el matrimonio, puede considerarse como una iglesia doméstica, es decir, como una especie de iglesia para andar por casa.
Niño: Entonces parece que el sacramento del matrimonio es más que el sacramento del orden sacerdotal. ¿Sabes por qué te lo digo? Porque no se puede amar más de lo que tú amaste a la Iglesia. Por tanto, es la cumbre del amor. A ver qué me contestas.
Jesús: Pero en estos dos sacramentos no es cuestión de amar más o menos, sino de tareas distintas que he confiado a unos y a otros. Amar como yo amo a la Iglesia es lo mismo que amarse como yo os he amado, que es mi mandamiento nuevo, y este mandamiento vale para todos mis discípulos, san casados, solteros, sacerdotes o consagrados. ¿Te he contestado bien?
Niño: ¡Lástima! No me ha salido. No, si ya sé que, al final, me vas a liar con eso del sacerdocio.
Jesús: ¿Qué dices?
Niño: No, nada, nada. Es que estaba pensando en voz alta.
4) ORACIÓN
Gracias, Señor, por tus sacerdotes.
Les pediste que te siguieran; lo dejaron todo y empezaron a caminar contigo. Son formidables.
Que no se cansen, Señor, que no se cansen de estar contigo, ni de estar con nosotros, los Niños, aunque les demos un poco de guerra, ni con los pobres, ni con los que sufren, ni con todos los que quieren conocerte y amarte.
Y tú no te canses, Señor, de llamar a muchos jóvenes y Niños para que sean sacerdotes. Prueba a llamar a los niños. Verás como no te arrepientes de hacerlo. Te responderíamos de maravilla. Prueba y verás.
Gracias también, Señor, por tantos matrimonios que se quieren y que educan a sus hijos en el amor.
Especialmente te las doy por el matrimonio de mis padres. De ellos aprendí muchas cosas buenas... Aprendí a amar y a amarte.
Ayuda a quienes han roto su matrimonio.
Ayuda a tantos hijos abandonados; que alguien les quiera, ya que no los quieren sus padres.
Ayuda también a los padres que sufren por sus hijos con problemas, y a los jóvenes para que se preparen bien para el matrimonio.
José Gea