Parece que Camps está pasándolo mal. Yo diría que muy mal. Al pobre le caen leches por todos lados: desde su partido, que se han tirado seis meses o más pasando de todo, ahora se ven arrinconados por los medios zapateros en los que tanto se miran ellos; y también desde la oposición, que no huele la Generalitat desde los tiempos de Matusalén.
Un conocido mío, de izquierdas él, lleva unos meses pavoneándose con el Gurtel para arriba y para abajo. Le resbala la crisis porque todavía tiene trabajo, y defiende las pifias múltiples del Gobierno porque lee los periódicos donde dan claves explicativas para cada desaguisado. Encima, con este parón de liga, ni siquiera se le puede hablar de su Atleti, porque no juega. El caso es que está encantado, y llega a cabrear a cualquiera. Así son los que votan a este Gobierno: al igual que los que mandan, su única obsesión es mantenerse ahí.
En el Gobierno y dueños de los medios de comunicación más poderosos, pueden machacarnos con pretendidos cambios de valores, convirtiéndonos en la sociedad más “moderna” del mundo globalizado. No falta mucho para que, si seguimos así, lleguemos a comportarnos como el final del Imperio de Roma. Ésa es la modernidad que nos venden, una sociedad en la que la mierda abunde por doquier.
Y sin embargo, esta mañana he leído que Camps, con ataques de ansiedad, se ha puesto en manos de, entre otros, un sacerdote. ¡Alucinante! Inmediatamente, he buceado por todos los medios afines al “poder”, y ¡ninguno de ellos ha hecho sangre todavía! No lo entiendo.
¡Camps se deja aconsejar por un sacerdote! ¡Hoy en día, en el siglo XXI! Me parece una pasada. Los últimos años he trabajado en recursos humanos, y recuerdo muchas empresas intentaron vendernos las bondades del coaching. Yo, sabiendo que no tenía presupuesto para contratarles, siempre accedí a tener reuniones con ellos. Pasado poco tiempo, siempre confirmaba lo que ya sabía: el mejor coach es mi director espiritual. Y no porque sepa mucho de mi trabajo, que apenas conocía, sino porque me acerca a Dios, y eso me hace actuar con AMOR, lo único y más importante en la vida.
Señor Camps, me alegro de su elección. Deseo que el sacerdote que está con usted le lleve hacia el Señor, para que cambiemos el mundo entre todos, cuando y como Él quiera.
Eduardo Palanca