P. Eloy Fuentes Carabias, S. J. San Pedro del Valle (Salamanca) 01/12/1925 - Salamanca 22/11/2014
Para poder decir algo digno y objetivo del P. Eloy Fuentes, es oportuno dejarse llevar más por los sentimientos y las vivencias, que por los datos históricos y relevantes. El P. Eloy era una buena persona en el sentido más amplio de la palabra. Pensaba, sentía, hablaba, actuaba sin hacer ruido, como si quisiera pasar por la vida en zapatillas y de puntillas; sólo una sonrisa entre pícara y amable se dejaba ver casi continuamente entre sus labios, sonrisa que completaba con una mirada dulce y directa. Posiblemente, nunca encontré a nadie que le costara tanto decir un no, ante un favor, un trabajo, un servicio, una misión. Él siempre estaba ahí. Disponible, sin pedir nada y aceptando todo, con una sencillez, que muchas veces parecía que no estaba presente. No era su estilo meter ruido, tampoco manifestarse en ambientes, donde su voz pudiera sobresalir por encima de las otras voces. Estaba, oía y sentía al ritmo de lo que acontecía en su entorno. Sus trabajos apostólicos fueron variados, siguiendo los mandatos de sus superiores jesuitas. Variados fueron sus destinos, sus responsabilidades y sus misiones, no obstante había en todos ellos un mismo enfoque y una misma idea que rezumaba espiritualidad a la vez que se experimentaba y hacía que todos lo viviéramos con una fuerza silenciosa que contagiaba y alegraba sólo con su presencia. Brasil, Salamanca, Zamora, Vigo, repitiendo en distintas épocas su presencia por esas ciudades, dejaron un recuerdo admirable, no tanto por sus protagonismos, pero sí por su dedicación, dejando su salud no demasiado fuerte, pero difícil de advertir en el trabajo diario.
Lo importante eran sus gentes y su trabajo por Jesucristo. Testigos fueron y son: sus alumnos, su congregación de viudas, las Hijas de María, el Apostolado de la Oración, su dedicación a la pastoral en general a pesar de su frágil y delicada salud, que contrastaba con su alegría de ánimo. Poco a poco, se fue apagando su vida en la enfermería de Salamanca. Se iba agotando al mismo estilo y con el mismo ritmo que protagonizó su vida; en silencio, sin quejas, ni comentarios inútiles, sólo ante un saludo o un gesto amable, dejaba florecer su sonrisa de siempre y su mirada se hacía más limpia que nunca. Difícil resultaba saber si tenía dolores o no, el silencio, la mirada y la sonrisa, eran sus únicas muestras de cariño en sus últimos tiempos. Era su regalo de siempre y al estilo de siempre, lo que manifestaba cuando sus fuerzas decaían. Su muerte se manifestó de la misma manera, sin más aviso que el estado agónico de los últimos días, pero en silencio y sin signos externos llamativos. La capilla de San Estanislao de Salamanca, más conocida por la "Capilla de las Vidrieras", se llenó de gentes que había tratado el P. Eloy, para darle su último adiós en la eucaristía. Presidida por sacerdotes de la ciudad y jesuitas de la residencia de Salamanca y de algunas ciudades, donde él había trabajado. En un abanico lleno de afecto, se unieron gentes de todo rango, donde los sacerdotes que concelebraban y las personas que querían despedirse, se hacían eco de las palabras que en la homilía subrayó el P. José Manuel Palacios Payno, ministro de la casa. Nos queda su recuerdo. Su vida, su ejemplo, su entrega, su sencillez, su buen corazón... Todo ello, nos ayuda a verlo siempre como un camino a seguir.
P. Eloy Fuentes, descansa en Paz.
José Luis Ullán Martín, S. J Salamanca, 24/11/2014
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