Odisur

Ayer, domingo del Buen Pastor, nuestro hermano Andrés que ya llevaba un tiempo enfermo, se agravó inesperadamente y su familia que con tanto cariño le ha atendido en estos últimos años notando su gravedad llamarón al párroco D. Alejandro Escobar para que le administrarse el sacramento de la Unción de Enfermos.

 

D. Andrés le recibió emocionado y agradecido. Era un detalle más, quizás el último, del Buen Pastor, Jesucristo a quién él desde pequeño había entregado su vida. Pocas horas después era llamado a la casa del Padre para gozar eternamente de las verdes praderas del Reino como ayer pedía la Iglesia en la oración después de la comunión para todos los discípulos del Resucitado. Oramos en esta eucaristía para que D. Andrés goce ya de la resurrección gloriosa en la Pascua eterna.

D. Andrés nació en Málaga el 25 de Octubre de 1.932, sus padres Rafael y María siempre le animaron en su decisión de ir al Seminario, en una edad tan temprana como son los 12 años. Era la praxis normal, la educación en los Colegios internos se veía como el instrumento más adecuado para la formación de los jóvenes. El Seminario de Málaga acogió durante años a muchos niños y jóvenes para su formación sabiendo que el Señor, de hecho, llama también en las primeras horas de la vida.

En los largos años de formación D. Andrés destacó por su brillantez en los estudios, era buen estudiante y por su piedad; germen ya de una espiritualidad profunda y recia como posteriormente fue la suya. Allí se fraguó su personalidad, en un ambiente alegre, disciplinado, austero y sano como era el del Seminario.

Fue ordenado el 13 de Mayo 1.956, día de la Virgen de Fátima junto con otros diecinueve compañeros, la promoción más numerosa de la historia reciente de nuestra Diócesis, ellos se llamaban la promoción Pio XII. Todos mantuvieron a lo largo de los años una entrañable amistad y una profunda camaradería.

Después como cualquier sacerdote D. Andrés es enviado a cuidar de la viña del Señor, a pastorear una parcela de la Iglesia particular de Málaga, siempre en comunión con el Obispo y sintiéndose cooperador con él. Han sido muchas las comunidades parroquiales a las que la obediencia presbiteral durante una vida tan dilatada de servicio, el Señor quiso enviarle.

Vicario parroquial de Ntrª Srª de la Merced, párroco de Olías y Totalán por un año. Marcha después a Antequera hasta el 1.964 para atender a la parroquia de San Juan. Vuelve a Málaga como párroco de San. Pio X, confesor ordinario del Seminario y director espiritual del Instituto de Enseñanza Media de la Victoria. En esta etapa de su vida ya manifiesta una de sus grandes inquietudes pastorales que le acompaño siempre: su preocupación por ayudar a los jóvenes en su formación intelectual y humana.

Por ello organiza un convictorio para jóvenes con sede en el Obispado; será un semillero de vocaciones para nuestro Seminario, algunos fueron a estudiar a las universidades de Salamanca y Comillas llegando a ser buenos profesionales. Siempre motivado por esta inquietud pastoral cuando llega a la parroquia de Sagrada Familia junto a la construcción del Templo anexa una residencia de estudiantes para facilitar el acceso a los estudios superiores a los jóvenes; al mismo tiempo que se les ofrece un discernimiento vocacional y crea un grupo escolar “Sagrada Familia-Tiro Pichón” para la escolarización de los niños, ante la carencia de estos servicios estales en esta barriada en aquellos años de crecimiento y expansión de la ciudad.

Aunque sólo fue un año párroco de Casabermeja, en ella D. Andrés probó la cruz de Jesucristo, que es algo inherente al ministerio sacerdotal, cuando es vivido desde motivaciones evangélicas. Corría el año 1.976 y todos conocemos la situación política y social en España. D. Andrés en una homilía quiere iluminar esa realidad desde la fe y la autoridad civil le reprende duramente, manteniéndole en prisión durante unos días. El Obispo D. Ramón Buxarrais y todo el clero se mantienen a su lado y D. Andrés siente la fraternidad sacerdotal en la cercanía y el cariño de sus hermanos.

Otra de las manifestaciones de su rica personalidad ha sido su sensibilidad para el arte, esa vocación artística la fue plasmando en todos los templos por donde pasó, pero muy especialmente en Alameda donde fue párroco doce años y realizo una extraordinaria labor pastoral. Después marcho a Melilla por unos años y vivió de cerca el drama de tantos emigrantes que acuden a su frontera con el sueño de una nueva vida. Su última obra ha sido la Iglesia de Santa María del Mar en Torremolinos, siendo párroco de San Miguel. En ella no sólo vertió su genio estético sino que se implicó también económicamente.

D. Andrés ha sido un sacerdote cercano, atento, muy generoso con sus amigos sacerdotes y con los feligreses. Con una talante pastoral muy abierto y siempre muy sensible a las realidades sociales de injusticia y pobreza. En estos últimos años de su vida se ha sentido muy querido y acompañado por su familia, especialmente sus hermanas. Damos gracias en esta celebración por su vida ministerial y su coherencia de fe y oramos para que la alegría que la Iglesia vive en este tiempo de Pascua en imagen y símbolo, en la liturgia y en la eucaristía; nuestro hermano Andrés la goce ya en la plenitud del Reino. Descanse en Paz


Málaga, 18 de abril de 2.016
Antonio Collado Rodríguez
Delegado para el Clero

-----------------------------------------

Invito a leer mi última novela:

Título: El cura que colgó los hábitos.

Lectura gratis. Enlace

: .