Por Alfonso V. Carrascosa, científico del CSIC, en Ecclesia Digital
La contribución de la Iglesia Católica al desarrollo científico es algo que sólo pueden negar quienes practican ideologías laicistas. También la Historia de la Ciencia ha sido en España una disciplina en cuyo desarrollo han intervenido de forma determinante creyentes como Juan Antonio Paniagua (Artajona, 1920), recientemente fallecido y a quien “Diario Médico” dedica un interesante In memoriam que a continuación comento.
En 1945 se licenció en medicina con premio extraordinario en la Universidad de Valladolid, período en el que conoció a san Josemaría y se incorporó al Opus Dei. Con beca de la Real Academia de Medicina para hacer estudios en el extranjero, terminó haciendo su tesis en Madrid por los bloqueos internacionales de la II Guerra Mundial, doctorándose también con máxima calificación en 1948, y comenzando en este momento el estudio de la Historia de la Medicina de la mano del también católico y científico Pedro Laín Entralgo, del que ya me ocuparé en otro momento. Con él fue secretario de la primera revista de la disciplina y fundador de la Sociedad Española de Historia de la Medicina.
Se dedicó parece ser que por indicación de su maestro al estudio de la vida del médico medieval Arnau de Vilanova (c.12401311), también católico y científico catalán, gracias en parte a una beca para estudiar en París que le concedió en 1956 el Consejo Superior de Investigaciones Científicas, la institución investigadora española más importante de todos los tiempos, fundada por el propagandista José Ibáñez-Martín y el miembro del Opus Dei Jose Mª Albareda. Paniagua llegaría con el tiempo a ser una autoridad en el estudio de tan insigne médico. Tres años más tarde se trasladó al entonces Estudio General de Navarra como auxiliar de la cátedra de Patología General, en colaboración con el también católico y científico Ortiz de Landázuri. Fue docente de la Historia de la Medicina durante treinta años, y algo menos de Historia de la Farmacia, en la Universidad de Navarra, de la obra corporativa del Opus Dei.
En 1968 recibió el Orden Sacerdotal y tuvo entre otras obligaciones la de ser nombrado rector de la Capilla Universitaria, servicio pastoral que compaginó con sus estudios hasta su muerte. La Historia de la Medicina es una disciplina científica de suma importancia, ya que es estudiándola cuando verdaderamente cobra importancia y significado la labor de los científicos católicos. Paniagua, al igual que le ocurrió a Jose Mª Albareda, fue científico antes que fraile, y sus creencias no obstaculizaron su actividad. Tal vez algún día no haga falta proponer casos como el suyo para abordar con objetividad la realidad de quienes han compaginado razón y fé sin ningún problema
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