5. LOS ALEMANES INVADEN HOLANDA
El 9 de mayo de 1940, el Ejército alemán, en la llamada Blitzkrieg (guerra relámpago), alcanzó sus objetivos con la ocupación del Benelux y la inutilización de la línea Maginot, eje de la defensa francesa. El 13 de mayo, el Ejército holandés hundido, se retiró hacia Ámsterdam, ante el incontenible avance de las tropas alemanas.
Entretanto, habían ido llegando a Londres los soberanos y los gobiernos legítimos de diversos países ocupados: Noruega, Países Bajos, Polonia, Checoslovaquia y Bélgica.
La reina de los Países Bajos, Guillermina de Orange, salió para Gran Bretaña el día 13. El 15 de mayo, las fuerzas armadas holandesas firman en Ámsterdam la capitulación.
Desde que en 1935 fuese nombrado consultor eclesiástico de los periodistas católicos de Holanda, el padre Tito Brandsma, era sabedor de la importante responsabilidad que se le encargaba. En sus conferencias y en sus escritos atacaba las doctrinas raciales del Nacionalsocialismo, incluso, después de la ocupación. Defendió los derechos referentes a la enseñanza de los católicos y de los judíos. Por su parte las nuevas autoridades decretaron que los sacerdotes, religiosos y religiosas no podían tener cargos de dirección en las escuelas, y sus sueldos quedaban reducidos a un cuarenta por ciento.
Pasados, casi dos años de pacientes enfrentamientos con las autoridades nazis, el carmelita creyó que las buenas palabras se habían terminado y que era hora de pasar a la acción.
El 31 de diciembre de 1941 el padre Brandsma redacta una carta que dirige a los directores católicos de todos los periódicos:
Sepan -decía en ella- todos los directores de periódicos católicos que deben rechazar formalmente toda clase de comunicados y de propaganda del Nacionalsocialismo, si desean que sus periódicos conserven el carácter de católicos. Y esto incluso aunque el rehusarlos pueda acarrear insultos, retenciones o la misma supresión. No hay alternativa posible. Se ha rebasado ya con creces el límite tolerable. Si alguno obrara de distinto modo, debe saber que su periódico no podrá contar con lectores y abonados auténticamente católicos y que terminará muriendo en el deshonor... Comprendo perfectamente -termina diciendo la carta- que estas disposiciones son duras para quienes desde hace años ganan honradamente el pan de cada día sirviendo a la prensa católica, pero deben comprender que actuando en contra se harían cómplices de aquellos que quieren violentar las conciencias, a pesar de sus promesas en contra.
El padre Tito, nombrado representante de los obispos, compareció ante el Comando Central. Pero todo fue inútil. El 16 de enero de 1942, los obispos holandeses publicaban una carta colectiva, refrendando lo expuesto por el padre Tito, en ella decían:
Se nos ha prohibido hacer colectas para nuestras instituciones culturales y de caridad. Nos han cerrado nuestra radio católica. Nuestra prensa diaria ha sido suspendida o tan limitada en su libertad de expresión que es difícil hablar ya de una prensa católica. El nazismo es completamente contrario a la concepción cristiana de la vida y los valores humanos esenciales.
La carta de los obispos holandeses provocó que la persecución se intensificase. El padre Tito Brandsma, encargado de hacer saber a todos los editores de periódicos católicos las directrices aprobadas por los obispos, sería detenido a los pocos días.
El 19 de enero, el padre Tito, fue arrestado en el convento carmelitano de Nimega. Dos policías de la Gestapo se lo llevaron. Se le acusó de tener una postura antialemana, escribiendo contra la política seguida por el Tercer Reich con los judíos y de hacer alarde en conferencias y reuniones de su anti-nacionalsocialismo.
En seis meses pasó por varias cárceles y campos de concentración. La primera noche la pasó en la carcel de la ciudad de Arnhem[1]. El 20 de enero llegó al puerto pesquero de Scheveningen, junto a La Haya, donde permanecerá durante siete semanas. Enseguida fue sometido a duros interrogatorios. Se le preguntó por qué los católicos holandeses se oponían al Nacionalsocialismo. En un informe remitido al juez-inspector de las S.S., llamado Hardengen, escribe:
Los holandeses han hecho grandes sacrificios de amor por Dios y tienen una fe madura... Si es necesario, nosotros, holandeses, daremos nuestra vida por nuestra religión...
Terminaba su informe de esta manera:
Dios bendiga a Holanda. Dios bendiga a Alemania. Que Dios quiera hacer que ambas naciones se encuentren pronto, lado a lado, en plena paz y armonía.
Durante aquellos 53 días en la prisión de Scheveningen escribió verdaderas joyas de espiritualidad. Mi celda, escrito fechado el 27 de enero de 1942, recoge con sencillez sus días de cautiverio:
Era necesario adornar un poco esta celda tan fría y desnuda, por lo que he colocado un pequeño altar, si así puede llamarse. En la celda había un cartón con marco. Como yo no necesitaba jugar a las damas, lo envolví con un trozo de papel, y con un clavillo -no me están permitidas la navaja, ni las tijeras- hice algunas rajitas en las que fijé tres estampas que tenía en el breviario: en el centro un Cristo en la cruz, de Fray Angélico, no de cuerpo entero, sino hasta la llaga del costado. A su lado coloqué una estampa de Santa Teresa de Jesús con su lema "O padecer o morir". Y al otro lado la de San Juan de la Cruz con el suyo "Señor, padecer y ser despreciado por Vos".
Encontré también dos alfileres, de los cuales uno me sirvió para fijar debajo de las estampas un trozo de papel en el que escribí en español la famosa letrilla de Santa Teresa "Nada te turbe, etc.". En medio he escrito las palabras "Dios tan cerca y tan lejos. Dios está siempre aquí". Y finalmente mi lema "Todos los días como vengan, etc..."
En mi breviario no tenía ninguna estampa de la Virgen María; sin embargo su imagen es obligatoria en la celda de todo carmelita, así que también tuve que solucionar esto. El tomo del breviario que tengo aquí contiene una bella lámina de la Virgen del Monte Carmelo de Frein von Oer; como no me parecía bien arrancarla, no he tenido más que colocar abierto el breviario sobre una rinconera que existe en la parte alta e izquierda de la cama. Cuando estoy sentado en la mesa me basta con dirigir una mirada a la derecha para verla, y cuando estoy acostado la mirada cae directamente sobre la Virgen con la estrella, la Esperanza de todos los carmelitas...
Estoy solo, es verdad, pero el Señor está más cerca de mí que nunca. Siento ganas de gritar de gozo porque el Señor ha querido que yo le descubra en toda su plenitud, sin que necesite estar entre los hombres, ni que los hombres lleguen hasta aquí. El es mi único refugio.. Me siento feliz. Permaneceré aquí siempre, si El así lo dispone. Pocas veces me he sentido tan feliz.
En otra de sus obras escritas en Scheveningen, titulada Mi Horario, escribe:
El día 29 de enero, fiesta de San Francisco de Sales, patrón de los periodistas, terminaba yo de limpiar y de encender la pipa para el paseo matinal cuando entró en mi celda un soldado alemán y me dijo que debía darle el tabaco, los cigarrillos y la pipa, porque desde ese momento tenía prohibido fumar.
Afortunadamente, pensé en el dulce Francisco de Sales para no decir alguna palabra descortés. Vacié la pipa y se la entregué como todo lo demás.
El pobre guardia lleno de compasión, me aseguraba que la orden no la había dado él, cosa que yo sabía perfectamente. Y para consolarme, me decía que podía conservar los libros y el papel que había traído. Ciertamente que estas dos cosas me eran más necesarias que la pipa y los cigarrillos.
Taché del horario la palabra "fumar" y continué la jornada. Ahora me parece que no podía ser de otro modo. Fue algo estupendo que me permitieran fumar los primeros días que tan difíciles me resultaron[2].
Hace de su calabozo una auténtica celda conventual. En ese clima de oración redactó algunos capítulos de una Vida de Santa Teresa que, completada por otro carmelita, sería publicada en 1946. También escribió las diez primeras estaciones de un Vía Crucis. Pero, sin duda, llega espiritualmente a su punto culminante con el precioso poema Ante Jesús[3] escrito los días 12-13 de febrero de 1942.
[1] Ciudad próxima a Nimega, cercana a la frontera alemana. En Arnhem, el 17 de septiembre de 1944, los británicos intentaron capturar intacto el puente sobre el Rhin. Sin embargo, el 23 de septiembre, los alemanes logran detener definitivamente el ataque del XXX Cuerpo del Ejército británico, infligiéndoles una severa derrota.
[2] Rafael Mª LOPEZ MELUS en El periodista Santo (Onda, Castellón 1985) pp.104-109.
[3] Este hermoso poema aparece dentro del BREVE ORACIONAL que presentamos al final de nuestra obra.