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Pablo Muñoz Vega nació en Mira, provincia de Carchi, el 22 de mayo de 1903, hijo del Sr. Antonio Muñoz Carrera y de la Sra. Josefina Vega.

Sus primeros estudios los realizó en una de las pequeñas escuelas de su lugar natal, hasta que en junio de 1914, motivado por su profunda vocación religiosa, viajó a Quito e ingresó a la Escuela Apostólica de Cotocollao. Poco tiempo después fue admitido en el noviciado de la Compañía de Jesús, donde se distinguió por su clara inteligencia, su prodigiosa memoria, su dedicación al estudio y su espíritu religioso. Fue así como en el año 1921, cuando contaba dieciocho años de edad, formuló por fin sus primeros votos religiosos.

Posteriormente, al tiempo que continuaba sus estudios de filosofía tuvo la importante misión de impartir sus conocimientos en diferentes centros educacionales, hasta que en 1930 se le presentó la oportunidad de proseguir sus estudios religiosos en el Colegio Máximo de Oña, en Burgos, España, de donde pasó más tarde a la Universidad Gregoriana de Roma, en Italia, donde el 26 de julio de 1933 fue ordenado sacerdote. Ese mismo día celebró su primera misa en uno de los altares laterales de la Basílica de San Pedro.

Su permanencia en Europa se extendió durante dieciocho años, durante los cuales continuó profundizando sus estudios de filosofía social en la Universidad Gregoriana de Roma, donde le tocó vivir todos los horrores de la II Guerra Mundial.

Volvió al Ecuador en abril de 1948 como Visitador de la Compañía de Jesús, y por esa época le correspondió ser uno de los miembros fundadores de la Facultad de Filosofía de la Universidad de San Gregorio -de Quito-, que luego fue anexada a la Universidad Católica de dicha ciudad; por esa misma época trabajó con gran empeño para llevar adelante la causa de canonización de Mariana de Jesús.

En septiembre de ese mismo año volvió a Roma para continuar con la cátedra de Filosofía y Ciencias que dictaba en la Universidad Gregoriana, y al año siguiente fue designado Visitador del Colegio Pío Latinoamericano, del que en 1955 fue nombrado Rector.

Durante varios años permaneció en Roma realizando importantes actividades religiosas, hasta que en 1964 -al ascender al trono de San Pedro el cardenal Montini, con el nombre de Paulo VI- fue promovido a Obispo Coadjutor del Arzobispado de Quito. Tres años después -en septiembre de 1967-, ante la renuncia del Cardenal Carlos María de la Torre le correspondió asumir el cargo de Arzobispo de Quito.

Dedicado a su abnegada labor pastoral, durante dos años fue conductor de los fieles quiteños, hasta que el 29 de marzo de 1969 fue designado Cardenal de la Iglesia Ecuatoriana, dignidad que desempeñó sin hacer alarde de sus actuaciones hasta mediados de 1985, en que por haber sobrepasado el límite de los ochenta años de edad, fijados por Roma para los obispos, pidió ser liberado de su importante dignidad.

Posteriormente, a pesar de su avanzada edad continuó prestando sus invalorables servicios a la Iglesia y a la Patria, como consultor y orientador en los momentos difíciles y de crisis, hasta que la muerte lo sorprendió en Quito, el 3 de junio de 1994.

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