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Evangelio del día
Lectura del santo evangelio según san Mateo 11, 28-30
En aquel tiempo, Jesús tomó la palabra y dijo:
«Venid a mí todos los que estáis cansados y agobiados, y yo os aliviaré.
Tomad mi yugo sobre vosotros y aprended de mí, que soy manso y humilde de corazón, y encontraréis descanso para vuestras almas. Porque mi yugo es llevadero y mi carga ligera».
El despegue.
¿Puede ser un yugo suave? ¿Puede ser una carga ligera? Hay una imagen que me ayuda muchísimo a entenderlo: Imagino un montón de contenedores, que son la carga de mi vida, una carga con la que llego ante Jesús.
Jesús me ofrece un yugo, que son dos motores a reacción (el fuego del Espíritu Santo) y una carga extra que son las alas (La Palabra). Para que el conjunto despegue es necesario meter la carga en el fuselaje según un orden adecuado para el vuelo (unidad de vida). Después, un cierto esfuerzo inicial para poner la aeronave en la pista y conseguir el despegue (desapegos).
Poco a poco, impulsados por el Espíritu Santo con el combustible de la gracia y de los Sacramentos, y sostenidos por las alas de la Palabra y la doctrina como timón de cola, vamos tomando altura en la dirección adecuada...
Quién sabe. Sí hubiera aviones en tiempos de Jesús, quizás habría hecho una parábola parecida .
Aterrizado a la vida Matrimonial:
Fermín: No entiendo, Mayte, cómo Jesús nos ofrece un yugo llevadero. Muy llevadero no puede ser.
Mayte: A ver, Fermín, yo te pregunto: Nuestra relación conyugal ¿Te parece una carga o una ayuda?
Fermín: Hubo un tiempo en que me pareció un poco carga, la verdad. Pero ahora, desde que hemos entendido la grandeza y la belleza del matrimonio cristiano, me parece un tesoro maravilloso.
Mayte: Pues nuestra relación con-yugal es el yugo del Señor para nosotros.
Fermín: Claro, ahora lo entiendo. Lo que para el mundo puede ser muy pesado para los cristianos es la razón de nuestra vida. Y ¿Para ti? Mayte, ¿qué es para ti nuestra relación conyugal? ¿Una carga o algo más bien llevadero?
Mayte: Me parece que no podría vivir sin ti. Te quiero con locura, Fermín. ¿Te vale mi respuesta?
Fermín: Me vale. ¡Vaya que si me vale!
Madre,
Del Amor Conyugal, ruega por nosotros.