Se tildó el gobierno de García Moreno de excesivamente clerical. Es extraño que a los masones no se les ocurriera más motivo que éste para derribar la Presidencia. Sin embargo, por el sólo hecho de que las normas seguidas por el Gobierno tuvieran este cariz, censurado también por los liberales, el pueblo ecuatoriano, conocedor de lo que en realidad abrigaban aquuellas murmuraciones, no accedió nunca a las pretensiones de cuatro locos que enronquecían proclamando una política que irremisiblemente debía acelerar el suicidio de la patria. Los verdaderos patriotas, afortunadamente la mayoría, adivinaban las intenciones de su insigne Presidente y veían cuán bien encaminadas iban sus gestiones.
[Reproducción de un cuaderno que perteneció al Presidente del Ecuador, Gabriel García Moreno. Este cuaderno es un valiosísimo documento de la fe y devoción sinceras del Presidente mártir].
El Ecuador, como otros países colindantes, posee extensísimos territorios cuyos moradores viven todavía en sus primitivas costumbres. La ardua tarea de llevar a aquellas abruptas cordilleras de los Andes, a los vastísimos valles, a las inmensas selvas vírgenes, la luz de la civilización, no se ha confiado, ciertamente, a los que alardean de ser los regeneradores de la Humanidad, a los elegidos para el exterminio del clero. A estos sujetos ni la ambición del lucro es suficiente para imponerles un sacrificio que no es compensado con dinero. Así lo atestigua la Historia. García Moreno fomentó el apostolado clerical en vistas a los inmensos bienes de todo orden que la Iglesia Católica aporta a las naciones. Fue otro enviado por Dios, pero los suyos no le comprendieron, y ht aquí como acabaron con su víctima.
Era el día 6 de agosto de 1875, por la tarde. García Moreno había entrado en la Catedral para hacer una visita al Santísimo Sacramento, como tenía por costumbre antes de dirigirse al Palacio del Gobierno. Largo tiempo estuvo arrodillado en las baldosas del templo, absorto en el más profundo recogimiento. Rayo, uno de los conjurados que acechaban al Presidente para asesinarle, impaciente por el retardo que podía ser peligroso, mandó decir a la víctima, por uno de sus cómplices, que se le esperaba para un negocio urgente. García Moreno se levantó sosegadamente, salió de la Catedral, subió las escaleras del peristilo y ya había dado unos siete u ocho pasos debajo del pórtico, cuando Rayo, saliendo d su escondite se le acerca por detrás y con toda fuerza le hunde un machete por la espalda. ¡Vil asesino!, exclamó el Presidente y volviéndose v haciendo inútiles esfuerzos para contener al traidor, mientras los demás conjurados descargaban a una sus armas contra él. Acribillado de balas, el heroico Presidente se dirigía hacia el punto donde partían los tiros, cuando Rayo, con nuevas cuchilladas, le atravesó el brazo izquierdo v le cortó la mano derecha, hasta separársela casi enteramente. Una segunda descarga hizo vacilar a la víctima, que se apoyó contra la balaustrada, desde donde, empujado por los asesinos, se desplomó rodando por la escalinata hasta la plaza. Tendido en el suelo, el cuerpo todo cubierto de sangre y la cabeza apoyada en el brazo, yacía moribundo, sin movimiento, cuando Rayo, más feroz que un tigre, bajó corriendo las escaleras del peristilo y se precipitó sobre él para acabarlo; ¡Muere, verdugo de la libertad!, exclamó, surcándole la cabeza con el machete, y el héroe cristiano murmuró por última vez: ¡Dios no muere!
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http://www.preguntasantoral.es/2018/11/siervo-de-dios-gabriel-garcia-moreno/