-¿Así que no sabe lo que significa esta frase?

-No. Es enigmática.

-No hay enigmas en el Evangelio, hay ceguera en los lectores. “Ciegos y guías de ciegos”, Él ya lo advirtió.

-Usted está detrás del espejo, siempre lo dice.

-Y usted también podría estar detrás del espejo si fuera más humilde. El velo que cubre la realidad solo se hace denso por la soberbia. Para el humilde es transparente. Pero deje que le explique ese "enigma". El cuerpo es la Iglesia, cuerpo de Cristo herido, maltratado, injuriado, en permanente agonía –que no muerto- hasta el final de los tiempos. Y este cuerpo, podrido también por sus propias enfermedades, por sus propios parásitos, es el que atrae a todos los buitres. Así fue entonces y así es hoy: fariseos, saduceos, romanos, mirones, ladrones, terroristas, especuladores, poderosos, pervertidos; carroñeros, en una palabra.

-¿La Iglesia rodeada de carroñeros?

-Rodeada e infestada. Cristo dice que los buitres se reúnen donde está el cuerpo. Dentro y fuera. Ponga Cuerpo con mayúscula y lo verá claro.

-Entiendo.

-No, todavía no lo entiende. Porque cada cristiano es también cuerpo de Cristo, templo del Espíritu Santo, el cuerpo místico, miembros todos de Él. Así que donde está cada cristiano, están los buitres. No hace falta que le diga sus nombres: dinero, poder, mentira, vicio, difamación, orgullo, pereza, falsedad, fornicación, y esa actividad que han rebajado como cerdos a la categoría de perversión: la política. Con el amor han hecho lo mismo; si aún lo hubieran confundido solo con el instinto...

-Ya veo, el demonio.

-No, usted es duro para comprender. Cristo no habla del diablo, sino de los buitres. El diablo es un depredador, no un carroñero.

-Sí.

-Mire, no solo cada cuerpo, cada cristiano, sino cada comunidad, cada parroquia, cada monasterio, cada convento, cada “movimiento” –como dicen ahora-, congrega a sus buitres dentro y alrededor. Estos cuerpos colectivos, y uso terminología marxista porque suele ser muy práctica, también están en permanente agonía. La agonía es la señal del cristiano. La Cruz es agonía. No huya de la agonía porque estará huyendo de Cristo.

-¿Yo huyo?

-Usted y todos. Y tienen que pasar por Getsemaní. Solo en Getsemaní el Señor puede enviar a sus ángeles del consuelo y de la paz. En Getsemaní es la humildad absoluta, el desamparo y la debilidad. A la máxima debilidad le llega el máximo poder: aceptar la Cruz.

-Y después la Gloria.

-Y solo después la Gloria. Sí, la Resurrección. No se salte etapas y será feliz. Vaya en paz.

-¿Y usted a dónde va?

-Yo soy, no voy. Usted también será. Algún día. Amén.