Para nadie es un secreto que hay muchos que se declaran ateos; sin embargo, como en todo, existen algunas diferencias entre ellos que siempre habrá que estudiar desde el respeto y, por supuesto, el diálogo. Están los que son cultos y abiertos para compartir ideas. Reconocen que aún no han encontrado motivos para tener fe, pero valoran los aportes de la cultura cristiana, porque han leído y estudiado, no los bulos que circulan en las redes sociales, sino las fuentes. Por otro lado, tenemos a un amplio porcentaje que se dice afín al ateísmo, pero que basa su posición en argumentos que, según lo que han oído de forma eventual o superficial, son la postura que defiende la Iglesia, pero que si investigaran podrían darse cuenta que el fundamento filosófico del catolicismo es mucho más elaborado que algunas líneas o guiones cuyo reduccionismo, abstracción y sentimentalismo exagerado, aunque sea notorio en el lenguaje de algunos creyentes, no puede tomarse como pretexto para dejar de creer. Ante una contra argumentación tomista, se mantienen en el canal de lo que escucharon alguna vez como rumor. Muchos jóvenes se hacen ateos porque existe un vacío de apologética; sin embargo, ¿esto justifica la falta de investigación de parte de ellos? Es discutible. Por lo pronto, es bueno recomendarles alguna obra de Tomás de Aquino o Ratzinger. El objetivo no es saturarlos, hacer proselitismo, sino presentarles el panorama completo y que no, por un comentario distorsionado, se queden al margen.
¿Por qué la Iglesia Católica le da un lugar preponderante a Sto. Tomás de Aquino? Sin duda, parte del hecho de que supo describir y fundamentar. De tal forma que, aunque podemos opinar libremente como católicos, no todo lo que digamos es necesariamente una postura que cuente con el aval del papa. Por lo tanto, la desinformación, aunque venga de personas creyentes, no expresa un argumento. De ahí la necesidad de prepararnos mejor, a fin de que los demás conozcan lo que verdaderamente significa ser católico y no se dejen llevar por prejuicios que hacen las veces de un “teléfono descompuesto” (juego en el que los participantes se sientan en círculo y se van diciendo una frase al oído; es decir, sin que los otros escuchen, al punto de que termina distorsionándose el contenido inicial).
La insistencia en recuperar la visión tomista de la realidad, adaptándola, eso sí, al nivel axiológico de los destinatarios, viene de la necesidad de aclarar y fortalecer las bases que quizá hemos dado por sentadas pero que nadie ha construido efectivamente. El argumento, cuando se reduce a un mero sentimiento o, en su caso, a una interpretación unilateral, termina dándole la razón a varios sectores ateos. En cambio, cuando se pronuncia desde lo que la Iglesia enseña en los documentos, de manera especial, en el Catecismo, la situación cambia porque adquiere contenido y buenos argumentos. Por ejemplo, las obras del papa emérito, son una respuesta a las interrogantes de la razón y hablan desde la realidad.
Algunos ateos desinformados, consideran que la fe es un proceso meramente interno, subjetivo, que se inventa como mecanismo de defensa ante la realidad que, muchas veces, provoca dolor o desconcierto; sin embargo, conviene recordar que el Evangelio nos llega desde fuera, a partir de la historia que se ha ido construyendo desde hace dos mil años y que, mediante la evangelización, hemos conocido como una lectura no de lo abstracto, sino de la realidad en sí misma. A Dios se le conoce en los hechos y efectos que ha dejado en la naturaleza. Jesús, al morir en la cruz, no creó una verdad paralela, sino que su mensaje resultó profundamente realista. Para llegar a dicho punto, es necesario leer y no quedarse en lo que “dicen que dijo la Iglesia”.
Las cinco vías de Tomás de Aquino, rompen con la abstracción, pues emplean la lógica, el mundo físico, para explicar una realidad espiritual. Es necesario enseñarlas, pues su abordaje resulta actual, incluso diríamos que urgente ante tantas dudas que llenan las aulas y los sábados de catequesis. No podemos reducirlo todo a un mero contenido o idea, pero la parte teórica, de análisis, ayuda a terminar con la desinformación y poder construir una sólida cultura religiosa que comprenda el paradigma de la fe.
¿Por qué la Iglesia Católica le da un lugar preponderante a Sto. Tomás de Aquino? Sin duda, parte del hecho de que supo describir y fundamentar. De tal forma que, aunque podemos opinar libremente como católicos, no todo lo que digamos es necesariamente una postura que cuente con el aval del papa. Por lo tanto, la desinformación, aunque venga de personas creyentes, no expresa un argumento. De ahí la necesidad de prepararnos mejor, a fin de que los demás conozcan lo que verdaderamente significa ser católico y no se dejen llevar por prejuicios que hacen las veces de un “teléfono descompuesto” (juego en el que los participantes se sientan en círculo y se van diciendo una frase al oído; es decir, sin que los otros escuchen, al punto de que termina distorsionándose el contenido inicial).
La insistencia en recuperar la visión tomista de la realidad, adaptándola, eso sí, al nivel axiológico de los destinatarios, viene de la necesidad de aclarar y fortalecer las bases que quizá hemos dado por sentadas pero que nadie ha construido efectivamente. El argumento, cuando se reduce a un mero sentimiento o, en su caso, a una interpretación unilateral, termina dándole la razón a varios sectores ateos. En cambio, cuando se pronuncia desde lo que la Iglesia enseña en los documentos, de manera especial, en el Catecismo, la situación cambia porque adquiere contenido y buenos argumentos. Por ejemplo, las obras del papa emérito, son una respuesta a las interrogantes de la razón y hablan desde la realidad.
Algunos ateos desinformados, consideran que la fe es un proceso meramente interno, subjetivo, que se inventa como mecanismo de defensa ante la realidad que, muchas veces, provoca dolor o desconcierto; sin embargo, conviene recordar que el Evangelio nos llega desde fuera, a partir de la historia que se ha ido construyendo desde hace dos mil años y que, mediante la evangelización, hemos conocido como una lectura no de lo abstracto, sino de la realidad en sí misma. A Dios se le conoce en los hechos y efectos que ha dejado en la naturaleza. Jesús, al morir en la cruz, no creó una verdad paralela, sino que su mensaje resultó profundamente realista. Para llegar a dicho punto, es necesario leer y no quedarse en lo que “dicen que dijo la Iglesia”.
Las cinco vías de Tomás de Aquino, rompen con la abstracción, pues emplean la lógica, el mundo físico, para explicar una realidad espiritual. Es necesario enseñarlas, pues su abordaje resulta actual, incluso diríamos que urgente ante tantas dudas que llenan las aulas y los sábados de catequesis. No podemos reducirlo todo a un mero contenido o idea, pero la parte teórica, de análisis, ayuda a terminar con la desinformación y poder construir una sólida cultura religiosa que comprenda el paradigma de la fe.