P. Agustín Arredondo Verdú, S. J.
Madrid, 5/031914 – Alcalá de Henares, 5/09/2014
Agustín, ser humano entrañable, en sus cuatro amores: Dios y Nuestra Señora; su Colegio de Areneros (“¡fue Príncipe!”); su misión en la Compañía y sus familias: la jesuita y ¡sus sobrinos y sobrinos nietos!
1.- Alcalá de Henares (2004-2014):
El P. Agustín Arredondo se negaba –como una buena parte de los jesuitas en activo- a que se le llevara a nuestra Residencia de Alcalá. Sólo el compromiso del Provincial Joaquín Barrero de que, al cabo de unos días de reposo y recuperación en Alcalá, él mismo le devolvería a su casa pudo convencerle. Llegó a nuestra residencia débil, peleón y un tanto enfadado. Cuando unos días más tarde llamó el Provincial, la respuesta de Agustín fue clara: “Estaba equivocado, me encuentro muy bien en la casa y me quedo aquí”. Han sido 10 años. He estado con él los seis últimos, y aseguro que para mí y para esta comunidad, estos años fueron un regalo de Dios para Agustín y para todos nosotros.
Personalidad con mayúscula… Feliz porque su habitación, junto a la capilla de la
enfermería, se encontraba a 14 m. del sagrario. Feliz porque su horario le permitía asistir a la eucaristía de comunidad (08.30) y concelebrar en la eucaristía de la enfermería (10.15). Me repetía constantemente: “¡Qué misterio tan entrañable la presencia del Señor en la Eucaristía… que acojo en mis manos consagradas!”.
Espiritualidad claramente cristocéntrica y eucarística.
Y, desde luego, mariana (lo comentaré al aludir al Colegio de Areneros).
Feliz con su trabajo de escritor, sus artículos, sus comentarios de actualidad que enviaba cumplidamente a amigos y revistas. Hablaba y escribía con precisión. Un día en el café me consulta: “P. Superior, le parece que puedo usar correctamente ‘ago-go’ con el sentido de frecuente, abundante… lo he consultado en el María Moliner y en la RAE y no estoy seguro”. Y lo pregunta un anciano de 96 años… A todos impresionaba su mirada despierta, de profunda inteligencia…
Y, su presencia y conversación en el recreo de después de comer con el café habitual (dos dedos de café, un dedo de brandy y un dedo de leche condensada… y una galleta, solamente una). Pregunté a un médico y me dijo ¿cómo le ves? Yo le respondí: simpático, familiar… Me dijo: mantened el café con medicina.
Con una inteligencia viva y un geniazo respetable que, en su larga etapa en esta casa, se
había moderado y se encontraba a gusto: “me lo estoy pasando bomba” nos decía (“vaya purgatorio me espera”, decía con humor y desparpajo)… Muchísimas muestras de una aceptación realista de su situación. A la pregunta ¿cómo estás Agustín? “Deficiente pero suficiente” y un larguísimo anecdotario ocurrente. Y, su eterna y no pequeña bolsa de sus tesoros, siempre con él. Hojas del breviario, bolígrafos, algunas estampas y oraciones que deseaba llevar consigo. Una temporada llevó una inmensa bolsa amarilla de correos hasta que el H. Morales le medio engañó con una bolsa pequeña, negra y discreta. La pusimos junto a la
casulla con la que fue enterrado
En los ¡últimos dos años (99 y 100)! ha tenido más dificultad con el ordenador, al que
insultaba con malas palabras. No le aparecía la bandeja de entrada y no le aparecía el
gooooooogle. Subíamos a ayudarle, agradecía con afecto el tiempo que le dedicábamos y se enfadaba porque a mí me aparecía la bandeja de entrada y a él ¡NO! Sencillamente ya no veía con nitidez.
Nos deja una ausencia grande. El café de comunidad sin Agustín ya no es lo mismo y los viernes no se canta o se tararea la zarzuela que después veremos comunitariamente en la TV de la enfermería con Agustín en su silla de ruedas el más cercano al televisor.
2.- Los fundamentos:
Una familia numerosa y muy religiosa (8 hermanos: una religiosa del Sagrado Corazón y dos jesuitas); padre médico, pronta muerte de la madre y una magnífica ayuda familiar de dos tías, hermanas del padre, que colaboran a la educación de los hijos. Agustín rezaba todos los días por su familia, desde luego, y por otras familias de abundantes vocaciones: los Izuzquiza, los González Valer (los tres hermanos religiosos)…
El fundamento familiar le da a Agustín solidez afectiva, quizás algo austera en sus
tiempos de trabajo apostólico pero que en Alcalá ha expresado con cada vez mayor riqueza en sus relaciones con sus hermanos jesuitas y con su familia, ¡sobrinos y sobrinos nietos!…
Inolvidable fiesta ¡sorpresa! de su 100 cumpleaños; cuando Agustín estaba dentro de la capilla, entraron más de veinte sobrinos. Al final de la oración la cara de sorpresa, alegría y emoción de nuestro centenario era conmovedora. Y, seguimos la fiesta con
merienda compartida, regalos…
¡Inolvidable para todos!
El Colegio de Areneros. Recojo tres recuerdos que Agustín valoraba enormemente. Los jesuitas le inculcaron la devoción a Nuestra Señora con tal hondura que, cuando murió el H. Morales que dirigía el rosario en la enfermería, se ofreció Agustín (con 97 años) a rezarlo él, como expresión de su amor filial. En segundo lugar, la buena y exigente formación que culmina con su elección de príncipe del colegio (Agustín lo comentaba con sano orgullo). Y, por último, y siendo un niño de nueve años, ofrece a la Reina Victoria que visitaba ICAI (15 de marzo de 1923) un ramo de flores con la consabida quintilla que Agustín repetía todavía de memoria hace unos meses:
“Señora: son estas flores / prendas de fe castellana,
que es ley de nuestros mayores
rendir tributo de amores / a su Madre y Soberana.”
Los fundamentos espirituales e intelectuales recibidos en la Compañía de Jesús.
Agustín estaba orgulloso de la formación habitual de la Compañía: noviciado viajero que comienza en Aranjuez (Madrid) y termina en Chevetogne (Bélgica). Allí siguió los estudios del Juniorado y la Filosofía. Magisterio en Vitoria y en Areneros. Y Teología en Granada, donde fue ordenado sacerdote por Mons. Manuel Hurtado (15/07/45), “tercera probación” en Gandía y los últimos votos en Madrid el 02/02/1948. Agustín tenía una altísima valoración de la exigente formación de la Compañía y le parecía un tremendo error el descuido en la formación actual de los jóvenes jesuitas en las Humanidades y el latín. Lo expresaba con mucha contundencia a los
diversos provinciales que se acercaba a saludarle. Y, también, muy satisfecho con sus estudios universitarios en economía y moral social. Todo ello lo consideraba como su fundamento intelectual que le permitía tener una palabra autorizada en sus años de apostolado y de enseñanza.
3.- El ministerio.
Trabaja en Fomento Social, profesor en ICADE y en el C. M. León XIII. Escribe, da
cursos de Moral Económica, acompaña grupos de personas interesados por la reflexión sobre temas de economía en relación con la doctrina de la Iglesia.
Y se ocupa, a la vez, de la atención espiritual de quienes acudían a él en busca de consejo, y de las comunidades a quienes celebra la eucaristía. Una persona muy cercana al P. Arredondo me escribió un correo (con motivo de su cumpleaños cien) para decirme que había querido agradecerle tanta entrega al ministerio encargando que se dijeran misas en las iglesias donde tantas veces Agustín había celebrado la eucaristía.
Y me resaltaba la figura del P. Arredondo como insigne apóstol de la devoción al
Sagrado Corazón de Jesús, materializada, entre otras acciones, a través de más de 30 años de ejercer la capellanía de la Sección de Caballeros del Sagrado Corazón, fundada en su día por el P. José Caballero de esa Compañía de Jesús y adscrita al Apostolado de la Oración.
Terminé la homilía de la misa exequial en nuestra Iglesia señalando el gran sentido de la esperanza y de la aceptación de la voluntad de Dios vivido en el día a día aceptando las limitaciones de su enfermedad. Seguimos dando gracias a Dios por tu vida amigo Agustín que ha sido realmente plena.
Enrique Climent Carrau, S. J. (Alcalá de Henares, 8.09.2014)