El estrés ha crecido en los últimos años. El otro día, un médico me comentaba el alto porcentaje de cefalea (dolor de cabeza) tensional entre los pacientes. ¿Qué hay detrás de tanto malestar o falta de cauce? Quizá se debe a que hemos descuidado la dimensión espiritual. ¿Estamos de broma? En lo más mínimo. La psicología reconoce dicho aspecto de la persona humana. Alguien que lleva una vida de fe, mantiene mejor sentido del humor e influye en su salud. Ahora bien, hay muchos casos, en los que no hay un abandono de la espiritualidad, pero sí una búsqueda en ambientes o contextos equivocados. ¿En qué basamos tal afirmación? Muy sencillo. Ante una sociedad agobiada, se plantea una lluvia interminable de opciones pseudo espirituales, haciendo de esto un negocio emergente, mientras que la fe de la Iglesia, con una garantía de casi dos mil años, es gratuita y está al alcance de todos, pero es vista como “anticuada” u “opresora”. ¿A qué se debe? Sin duda, a una imagen equivocada que nos toca ir aclarando.
En vez de quedarnos esperando a que la luz de la luna nos cambie la vida, mejor leamos a Sta. Teresa. Alguno dirá, “pues mejor aún el Evangelio”. Por supuesto, pero nos viene bien conocer a personas que, al hacerlo suyo, lo han sabido reflexionar y/o explicar. La riqueza de la santa de Ávila es tan grande que nos lleva a descubrir a Dios en la realidad; es decir, por medio de las personas y las circunstancias. Teresa de Jesús nos enseña un camino que no va detrás de algo, de una energía de tipo cósmico, sino de una persona concreta que alienta e interpela. ¿Para qué esperar los primeros rayos del sol, cuando tenemos a Dios presente en la Eucaristía? Teresa nos ofrece una síntesis de lo que significa mantener los pies en la tierra y, al mismo tiempo, la mirada en el cielo.
Una espiritualidad centrada en hacer cosas, desconecta. En cambio, la que lleva a la mejora sobre el terreno, ¡a la conversión!, es la que cala hondo, la que de verdad nos libera y ayuda a encontrar la paz en medio del trabajo, de los pendientes. Por más manuales de auto ayuda que leamos, lo primero, lo esencial es reconocer el paso de Dios en la historia, saber que es razonable, ¡que es inteligente tomarlo en cuenta! Las respuestas existenciales no están en la energía, en la abstracción, sino en la consciencia de que hay alguien que, en palabras de Tomás de Aquino, es el “motor inmóvil” o, dicho de otra manera, la causa primera de todo lo que existe.
“Pero es que yo quiero meditar” ¡Santa Teresa te dice cómo! Además de ofrecerte un castellano rico en detalles, va compartiendo sus avances, sus luchas. Ella meditaba en lo concreto y, lejos de quedarse ahí, sabía llevarlo a la vida. Una espiritualidad que evade los problemas, provoca cobardía. La de Teresa de Jesús, combina la fe con la audacia. ¿El resultado? Hombres y mujeres conscientes.
En vez de quedarnos esperando a que la luz de la luna nos cambie la vida, mejor leamos a Sta. Teresa. Alguno dirá, “pues mejor aún el Evangelio”. Por supuesto, pero nos viene bien conocer a personas que, al hacerlo suyo, lo han sabido reflexionar y/o explicar. La riqueza de la santa de Ávila es tan grande que nos lleva a descubrir a Dios en la realidad; es decir, por medio de las personas y las circunstancias. Teresa de Jesús nos enseña un camino que no va detrás de algo, de una energía de tipo cósmico, sino de una persona concreta que alienta e interpela. ¿Para qué esperar los primeros rayos del sol, cuando tenemos a Dios presente en la Eucaristía? Teresa nos ofrece una síntesis de lo que significa mantener los pies en la tierra y, al mismo tiempo, la mirada en el cielo.
Una espiritualidad centrada en hacer cosas, desconecta. En cambio, la que lleva a la mejora sobre el terreno, ¡a la conversión!, es la que cala hondo, la que de verdad nos libera y ayuda a encontrar la paz en medio del trabajo, de los pendientes. Por más manuales de auto ayuda que leamos, lo primero, lo esencial es reconocer el paso de Dios en la historia, saber que es razonable, ¡que es inteligente tomarlo en cuenta! Las respuestas existenciales no están en la energía, en la abstracción, sino en la consciencia de que hay alguien que, en palabras de Tomás de Aquino, es el “motor inmóvil” o, dicho de otra manera, la causa primera de todo lo que existe.
“Pero es que yo quiero meditar” ¡Santa Teresa te dice cómo! Además de ofrecerte un castellano rico en detalles, va compartiendo sus avances, sus luchas. Ella meditaba en lo concreto y, lejos de quedarse ahí, sabía llevarlo a la vida. Una espiritualidad que evade los problemas, provoca cobardía. La de Teresa de Jesús, combina la fe con la audacia. ¿El resultado? Hombres y mujeres conscientes.