Un mensaje de esperanza, una admiración por la alegría y amabilidad del pueblo mexicano. Así se puede sintetizar el reciente viaje del Papa a México. Lo mejor para conocer las declaraciones del Papa (y de cualquier ser humano) es ir directamente a las fuentes. Leer sus discursos, homilías, o mejor aún, ver los videos que tienen el plus de ser en nuestro idioma, lo que nos permite ver sus gestos, sus expresiones coloquiales, algo que  enriquece mucho más el contenido de su mensaje. 

Algunos medios han tristemente reducido el viaje del Papa a polémicas declaraciones, muchas sacadas de contexto, dejando en un segundo (o quizás en un quinto) plano, la verdadera riqueza de este viaje.

Y en medio de estos cinco días maratónicos, los momentos de oración fuerte no le faltaron al Papa. Estuvo, porque así lo pidió, a solas frente a Nuestra Señora de Guadalupe cuya imagen está milagrosamente grabada desde 1531 en la tilma que portaba el indio San Juan Diego. “He pedido por el mundo, por la paz. He pedido perdón. He pedido que la Iglesia crezca sana. He pedido por el pueblo mexicano y una cosa por la que he pedido mucho para que los curas sean buenos curas y las monjas buenas monjas, y los obispos bueno, como el Señor lo quiere”, compartió el Papa en entrevista en el vuelo de regreso a Roma.

En esta visita Francisco habló con firmeza a los obispos, con compasión y ternura a los niños enfermos, y a quienes los cuidan, les dijo que la mejor compañía es la “cariñoterapia”.

A los indígenas de San Cristóbal de las Casas les dijo: “Perdón hermanos, el mundo de hoy, despojado por la cultura del descarte, los necesita a ustedes”. A los reclusos de Ciudad Juárez les habló de misericordia,  “sabemos que no se puede volver atrás, sabemos que lo realizado, realizado está”, pero “que quede en claro que eso no quiere decir que no haya una posibilidad de escribir una nueva historia”.

En el encuentro de las familias, realizado en Tuxla Gutiérrez, les habló con admiración y los alentó a continuar adelante: “Prefiero una familia con rostro cansado por la entrega a familia con rostros maquillados que no han sabido de ternura y compasión”. En el efusivo encuentro con los jóvenes en Morelia, les señaló que son la principal riqueza de México y les pidió asumir con responsabilidad su futuro: “Jesús el que nos da la esperanza nunca nos invitaría a ser sicarios, sino que nos llama discípulos. Nos llama amigos. Jesús nunca nos mandaría al muerte, sino que todo en Él es invitación a la vida”.

Para muchos inmigrantes que van desde Centroamérica y México a Estados Unidos, y para quienes han sufrido el drama de ser deportados, resultó muy significativa la Misa que el Papa celebró en la frontera entre Ciudad Juárez y El Paso- Texas (desde donde miles de fieles siguieron la ceremonia en pantalla gigante). “Esta crisis, que se puede medir en cifras, nosotros queremos medirla por nombres, por historias, por familias”, dijo el Papa.