FRIVOLIDAD Y RELACION DE PAREJA


    Todo intelectual mínimamente consecuente admite que la sociedad en la que vivimos contiene unas grandes dosis de superficialidad y de frivolidad.

    Podríamos decir que en la sociedad actual hay dos tipos de personas: los que creen en la verdad, la buscan y se atienen a ella cuando la han encontrado, y aquéllos que sólo creen en lo que piensan ellos.

    La verdad es un concepto que está, según ellos, en el pensamiento; por eso es probable que cambie según las circunstancias que les rodean, ya que lo que piensan está relacionado con lo que les conviene. Es decir, convierten lo que les interesa en la «verdad».

    Estas personas deforman la realidad y son fuente de sufrimiento para ellas mismas y para los que le rodean. Nunca se sabe lo que piensan, depende del momento, del estado de ánimo en que se encuentren, de experiencias recientes, etc.

    Así es frecuente oír hablar de «mi verdad», «tu verdad», «nuestra verdad»..., ¡como si la verdad no fuera algo  objetivo a lo cual nos tenemos que adecuar! La verdad está fuera de nosotros. No la creamos. La tenemos que buscar y vivir de acuerdo a ella.

     Cuando dos personas que piensan de esa manera forman pareja, tienen muchas probabilidades de fracasar. Su conducta no se guía por razonamientos lógicos, sino por criterios de comodidad y conveniencia, totalmente individuales y subjetivos.

     Es muy difícil que lo que piensan los dos vaya siempre por el mismo camino, por eso las riñas son más frecuentes de lo habitual. Sus egoísmos varían, a menudo son distintos, y en vez de ceder, chocan generando conflicto.


    Todo esto es consecuencia de una carencia de valores, por no saber/querer buscar la verdad, por no vivir de acuerdo a una realidad objetiva, independiente de lo que yo pienso y más  independiente todavía de lo que a mí me apetece.

     En una circunstancia así, si la verdad no me interesa la rechazo. E incluso defiendo el error  

     Lo vemos continuamente en nuestra sociedad. ¡Cuántas conductas desviadas son ensalzadas!

     Y a cuánta gente, que cumple con su deber, se le trata con intransigencia

    Esto se produce en medio de ese ambiente light, blandito, superficial y liquido en el que se envuelve nuestra sociedad. Se acepta la verdad si no influye en mi día a día, si no me afecta a mi manera e vivir, en algo que no suponga una exigencia para mi. Si esto ocurriese, rechazo la verdad. E incluso si la exigencia fuese muy fuerte llego a odiar la verdad.

     En medio de este barullo social y familiar en el que nos movemos, sólo se puede salir, con un mínimo de gallardía, teniendo una aceptable formación humana , ética y moral.

     No olvidemos que cualquier época de la vida es buena para empezar a recibirla. Sin formación nos llevara la corriente.

     Todo deseo de conocer más  exige un grado de esfuerzo e incluso sacrificio.

     El mayor enemigo del deseo de formarse es la comodidad, nos cuesta asistir a medios de formación. Ahí está la lucha personal.  

¡Ah!, y no le demos excesiva importancia al «qué dirán».

¿Qué van a decir los demas?
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