He leído esta semana una columna de opinión con este título, a la que me adhiero totalmente. Comienza reseñando las palabras de un Nobel de Economía, James Heckman, que, por lo visto, controla de economía, pero nada sobre el desarrollo de la vida humana. Dice el listo que “las mujeres universitarias se casan tarde, tienen pocos hijos e invierten cada vez más medios para educarlos”. Gracias a esto, “de los hogares salen ciudadanos saludables y productivos. Pero un número creciente de niños”, continúa sentenciando este señor, “nace de madres solteras, incultas y jóvenes, que no les prestan atención”.
Termina la columna citando el último Informe de la inclusión social en España, elaborado por Caixa Cataluña, según el cual, la mejora de la educación española al nivel de la finlandesa no nos haría mejorar en el ranking mundial, ascendiendo sin embargo 15 puestos si nuestro nivel educativo (el de los padres, claro) se equiparara al de los padres finlandeses.
Por eso, al igual que la columna he leído, afirmo que la familia es lo importante. Y el insulto ya no sólo lo repito para el citado economista; lo hago extensible a todos los que pretenden impedirnos que eduquemos a nuestros hijos. Incluyo a los que diseñan una educación contra la familia, los que exigen dar permiso para que sus hijos salgan en una foto pero no para que aborten, los que promueven una televisión sin valores, es decir, los que intentan que la sociedad sea una porquería poblada por ¿personas? que vagan sin sentido, persiguiendo sus instintos como animales.
¡La familia! Es la célula más importante de la sociedad. Si la familia está sana, la sociedad avanza notablemente. Y aquí estamos nosotros para aportar nuestras vidas y que la sociedad sea lo que el Señor quiere.
Eduardo Palanca