A alguno le podría caber la duda de si los milagros todavía existen y ocurren en la vida real. Estamos acostumbrados a oír acerca de milagros operados por Jesús, los apóstoles o grandes santos de otros tiempos. Pero la realidad es que los milagros son cosa de hoy en día y de todos los días. No son necesarios para nuestra fe, pero existen y el Señor los realiza, quizás para recordarnos que él es el dueño de la naturaleza y que la fe todo lo puede. Milagros ocurren y no nos enteramos de ellos, pero de otros sí que nos enteramos, como es el caso de aquellos que llevan a los candidatos a los altares a la beatificación o la canonización. La iglesia los requiere para llegar a dichas metas, como confirmación de lo que dijo Jesús en el Evangelio: “El que cree en mí hará los mismos signos que hago yo y los hará incluso más grandes”. Y los milagros ocurren. De vez en cuando voy a dedicar este blog a milagros ocurridos recientemente y que como tal han sido reconocidos por el Vaticano.

Hoy quiero empezar con uno, impetrado por intercesión del hoy san Nimatullah Al Hardini, monje libanés del siglo XIX, que por su gran valía llegó a ser asistente general de su orden, pero que nunca aspiró a cargos sino a pasar la vida entre las obras de caridad y las devociones monásticas en su monasterio de Santa María de Tamich. Murió anciano y lleno de méritos y fue beatificado por el Papa Juan Pablo II el 10 de mayo de 1998.

Pues bien, el mismo día de la solemne beatificación en Roma, en el santuario donde el nuevo Beato se haya enterrado en el Líbano, se celebraba una Misa de acción de gracias presidida por el vicario patriarcal de Antiochia de los maronitas, Mons. Roland Abou Jaoudé, y durante la ceremonia una mujer, Rose Salim Saad Bayady, a grandes voces afirmó haber recuperado la vista. A la mujer, nacida en el 1934, le había sido diagnosticada a la edad de 38 años una "retinopatia diabética al primer y segundo estadio". Después, a la edad de 55 años, en 1989, fue operada de un glaucoma en el ojo derecho. Durante esta hospitalización el diagnóstico fue de "ojo derecho con ceguera total, ojo izquierdo con vista muy disminuida".

En enero de 1990 fue hospitalizada para realizarle una intervención de glaucoma en el ojo izquierdo y en aquella ocasión se habló de "persistencia de visión tenue en el ojo derecho". En 1990, en una nueva hospitalización el oculista llamado para la consulta, mirando el fondo de ambos ojos, no halló signos de retinopatia diabética y no dice si había o lleva los signos indelebles de los tratos con el láser. En el 1993 la enferma fue internada para operarse de una catarata en el ojo izquierdo y en el 1994 de una catarata en el ojo derecho. En aquel entonces se diagnosticó: "ceguera en ojo derecho, no ve a un metro". Por lo tanto probablemente persistía un tenue resto visivo, aunque pequeño. Después de las dos operaciones de catarata la sra. Rose explicaba que veía "una columna negra ante de sus ojos", esto es que también el ojo derecho veía algo, aunque a los lados de la columna.

Así llegamos al 10 de mayo de 1998, fecha de la beatificación de padre Nimatullah Al Hardini, cuando a muchos kilómetros de la Plaza de San Pedro, delante del sarcófago que contenía sus restos, y ante la presencia de una multitud de testigos, llegó la curación improvisa: la sra Rose afirmó haber recuperado sustancialmente la vista del ojo derecho. De hecho, las visitas médicas efectuadas tiempo después, en septiembre del 2001, confirmaron la curación, aunque parcial, y se hizo una valoración cuantitativa de la visión recuperada: El ojo derecho veía 1/10 y el izquierdo conseguía percibir solamente el movimiento de la mano. Después, en julio del 2002, se comprobó que no había habido modificaciones con respecto a la visita del septiembre de 2001, y se afirmó: "conserva una agudeza visiva aceptable para sus condiciones", y con ello se certificaba que la curación del ojo derecho era duradera.

La curación fue confirmada en sede procesal por el perito “Ab Inspectione” del Tribunal del Proceso de Canonización, Doct. Roland Youssef Kassab, cardiologo, y por el Doct. Sami El-Hahchem, oftalmologo, y fue después considerada inexplicable unánimemente por los peritos de la Consulta Médica de la Congregación para las Causas de los Santos, los cuales en la sesión del 6 de marzo del 2003 juzgaron extraordinaria una tal recuperación de la vista en el ojo derecho. Durante su intervención, el Presidente de la Consulta juzgó el caso

“...muy grave, con pronóstico extremamente severo para la capacidad visiva de la paciente. Su déficit visivo, a pesar de las curas practicadas y de las intervenciones sufridas, se fue agravando progresivamente a causa de la retinitis proliferante y del glaucoma bilateral. Ambas patologías habían llegado a un estadio tan avanzado que no consentía  la visión. El presidente subraya además como las terapias practicadas hasta entonces no habían sido capaces de frenar la evolución de la enfermedad retinica, ni de hacerla disminuir. La superposición del glaucoma sin duda empeoró el déficit visivo y la intervención quirúrgica resultó ineficaz porque fue tardía. En definitiva, la inesperada recuperación improvisa de la visión en el ojo derecho, aunque parcial, no aparece explicable por vías naturales

Durante la discusión colegial todos los expertos estuvieron de acuerdo en las consideraciones estimativas de las patologías oculares y la ineficacia de los cuidados: el estadio avanzado de las dos patologías era tal que ya no resultaba posible un recuperación de la visión, aunque fuera mínima. Después, expresaron su certeza en las siguientes Definiciones Conclusivas:

Diagnóstico: Retinopatía  diabética proliferante bilateral, asociada a glaucoma crónico y a catarata bilateral, con "visus" apagado en OD y residuo visivo mínimo en OS (5 sobre 5). Pronóstico: muy severo "quoad valetudinem" para la irreversibilidad del grave déficit visivo (5 sobre 5). Terapia: ineficaz en su conjunto para el estadio avanzado de la dos patologías principales, la retinopatía diabética y el glaucoma (5 sobre 5). Modalidad de la recuperación  visiva: recuperación rápida e inesperada del 1/10 del “visus” en el ojo derecho, antes completamente ausente; duradera e imprevisible la vuelta a la visión, aunque parcial, y por tanto científicamente inexplicable (5 sobre 5).”

A la certeza unánime de los peritos de la Consulta en cuanto a la gravedad del caso sobre la ineficacia de la terapia y la no explicabilidad de la curación, en este caso se añadía la claridad de las noticias relativas a la invocación del Beato Al Hardini. En efecto, en las declaraciones de los testigos aparecía claro que la sra. Rose, si bien al principio había invocado a otro santo libanés, Saint Charbel, además del padre Nimatullah, el 10 de mayo de 1998 fue a la tumba de Al Hardini y allí rogó con fe únicamente el nuevo beato, del cual obtuvo el prodigio. Ella misma lo explicaba en el Proceso, como testigo IX:

Ma fille [Renée Salem] est venue chez moi pour me dire: demain nous al¬lons visiter Kfifane, car il y a un nouveau Bienheureux qui s´appelle Al-Hardini. Moi, je ne le connaissais pas, alors le soir même, j´ai récité le chapelet en disant à Hardini: "Tu dois me guérir", j´ai prié aussi Saint Charbel. Le matin ma fille est arrivée et nous sommes parties, c´est ma fille qui a fermé la porte à clé car je ne voyais pas pour le faire. Dans l´autocar des jeunes ont voulu chanter, alors je leur ai dit qu´il faut plutôt prier. Alors, j´ai commencé à prier. Lorsque nous sommes arrivés, j´ai voulu marcher pieds-nus, bien que la route fût récemment asphaltée. Ma fille et ma petite fille me guidaient bien que le chemin était long et la brûlure de l´asphalte. Lorsque je suis arrivée, on m´a aidée à m´agenouiller et j´ai commencé à prier en criant: "Ô Jésus, guéris-moi, Ô Hardini, guéris-moi

Y de modo parecido se expresaba Renée Salem Bayady Karamé, su hija, como testigo VII:

Le 10 mai 1998 le matin, nous sommes allées à Kfifane chez Hardini, difficilement elle a accepté de partir avec nous. Une cinquantaine de personnes nous étions dans le bus; avant di arriver au couvent elle a voulu marcher pieds nus. Devant il église elle est tombée sur il escalier, ma fille et moi nous il avons aidée; quelques secondes après, elle a crié ´La lumière, le lumière, je vois

Entre los testigos llamados a declarar se encontraba también el celebrante de la Misa, el obispo Mons. Abou Jaoudé, testigo XII, que en el proceso explicó como a consecuencia del prodigio tiene que parar la Misa y preguntar cuál era la causa del alboroto, a lo que le fue respondido que se trataba de un milagro de curación, como luego fue atestiguado por los médicos.