Ayer murió un gran amigo de nuestro grupo cristiano, la Fraternidad de Comunión y Liberación (CL) “San Joaquín y Santa Ana”, José Manuel Tobar Chocomeli. Grande en su humanidad y fortaleza, grande en el sentido de sobreponerse al dolor, la limitación de la enfermedad y en el testimonio que con su vida nos ha dado a todos, y del que ha contagiado a familia y amigos. Con su mujer Dioni, y luego con su hijo Juan Pablo, supo formar un feliz hogar cristiano, uniendo España y Ecuador, en Pozuelo de Alarcón (Madrid). No siento que a sus 55 años nos haya dejado, simplemente ha querido la Virgen del Rosario llevársele a descansar para luego podérnoslo devolver lleno de paz ya, de alegría plena, de compañía auténtica para siempre.
Al final de la Misa funeral que tuvimos, familia y amigos, en el cementerio de Pozuelo, me conmovió ver cómo el grupo de nuestra fraternidad de CL tenía ya un miembro suyo en los brazos de la Madre, y cómo esa nueva presencia nos llenaba a todos el corazón de paz, serenidad, esperanza, fe, amor…
Pero, al mismo tiempo, me impresionó cómo su sobrina, de madre ecuatoriana y padre español, con dulce y cariñoso acento, Angie Gaibor Orozco, nos dio a todos un testimonio precioso de su querido tío, y me hizo ver cómo desde la progresiva limitación de su enfermedad, fue un ejemplo, un referente de vida, un buen cristiano, amigo, esposo, padre y tío. Mientras declinaba en lo físico en su humanidad plena, iba elevándose más y más, gracias a la fe compartida y vivida en familia, más fuerte que cualquier dolor y complicación de la enfermedad.
Os dejo con las palabras de su sobrina Angie, que pongo más abajo en cursivas, mucho mejores que las mías. Que ellas os lleven a todos a rezar por y con José Manuel, a compartir un dolor inundado de esperanza, una tristeza llena de agradecimiento, el sentimiento de una ausencia que se hacía en sus labios y palabras una nueva presencia, más viva, plena, cumplida…
Descansa en paz, querido José Manuel, amigo por siempre cercano. Ayúdanos a vivir de la mano de Nuestra Madre.
Discurso para mi tío José
“Hoy nos reunimos todos aquí para expresarte nuestros más sinceros agradecimientos y para decirte el gran ejemplo de padre que fuiste para Juan Pablo, tu tesoro más valioso, al que siempre cuidabas y protegías con mucho mimo, al cual le enseñaste a brillar por sí mismo, a quererse, valorarse, a seguir adelante a pesar de las adversidades de la vida, a respetar, a disfrutar, a amar...
Hoy ya es todo un hombre gracias a ti. Él siempre te va a llevar en su corazón y te va a recordar como un padre luchador, sabio, amable, protector, aventurero, divertido, bromista, pero sobre todo risueño, que siempre nos mostraba una sonrisa que nos alegraba a todos.
No solo fuiste un gran ejemplo de padre sino también de esposo. A pesar de tu enfermedad has ido apoyando en todo a tu esposa Dioni y siempre has estado allí, luchando y dando lo mejor de ti.
Gracias por tus consejos y por ser nuestro profesor. Recuerdo cuando nos ponías a Juan Pablo y a mí, ejercicios de mates y te sentabas a nuestro lado, para ver qué tal lo hacíamos ¡Siempre nos recordabas lo importante que es leer y estudiar!
Gracias por los detalles tan bonitos que nos hacías, en los que plasmabas todo tu talento y ponías todo tu esfuerzo.
De verdad, gracias, fuiste una persona muy importante para nosotros, una persona que nunca vamos a olvidar y que siempre quedará en nuestros recuerdos y sobre todo en nuestro corazón.
Tu familia de Ecuador también llora tu partida y oran por ti para que descanses en paz.
Que Dios te abra las puertas del Cielo, que la Virgen Santísima te lleve de la mano y que seas muy feliz alabando a Dios junto con los ángeles en el Reino de los Cielos. Ya no sufrirás más y serás nuestro ángel para siempre.
Tu hijo, tu esposa, tu sobrina, tu familia y todos tus amigos
¡Te queremos tío y siempre te recordaremos!”