El Cardenal Burke parece últimamente bastante activo (o al menos eso es lo que detecto por las noticias que me llegan relacionadas con él). En concreto, esta semana me llegan dos relacionadas con el cardenal que creo que son de interés.
Por un lado tenemos la entrevista que ha aparecido publicada en The Wanderer y que concedió a ese medio con motivo de su visita al Santuario de Nuestra Señora de Guadalupe en La Crosse, Wisconsin, que él mismo fundó. De la entrevista, destaco lo que me ha llamado más la atención, que son sus reflexiones acerca del documento final, la Relatio, del reciente Sínodo de la Familia.
Señala el cardenal Burke que “El informe final es un documento complejo y está escrito de una manera en la que no siempre es fácil comprender la importancia exacta de lo que se afirma”, citando en este sentido los puntos 84 a 86, para luego indicar que “Hay muchas cosas buenas en el informe final, pero hay muchas otras cosas sobre las que tengo la intención de escribir con el fin de dejar clara cuál es la enseñanza de la Iglesia. Por ejemplo, no creo que la declaración sobre la responsabilidad de los padres para la educación se exprese de manera adecuada. Puede dar la impresión de que los padres no son los primeros responsables de la educación de sus hijos”.
Luego polemiza con las pretensiones del Padre Spadaro: “En general, como se hizo evidente en el artículo del P. Spadaro, hay un presupuesto filosófico en el razonamiento del documento que, antes de nada, es simplemente incorrecto. En segundo lugar, es muy hostil a la enseñanza católica. Por ejemplo, se afirma que hay verdades de la Fe y también lo que se nombran como "las verdades de la historia" (es decir, de los tiempos cambiantes). Entendemos que los tiempos cambian y que nos enfrentamos a nuevos acontecimientos, pero también entendemos que la sustancia de las cosas sigue siendo la misma. Hay una verdad con la que debemos confrontar los cambios que nos encontramos en el tiempo. Esto no queda claro en el documento final del Sínodo”.
Más adelante se detiene en la estrategia de quienes quieren abrir el acceso a la Eucaristía a los católicos casados sacramentalmente y divorciados civilmente, que han contraído un nuevo matrimonio civil, a partir del argumento de que nadie puede juzgar sobre el fuero interno de cada persona: “Dar la impresión de que hay otra solución por el camino del fuero interno es falso y crea falsas expectativas en la gente, confundiéndolos con respecto a la naturaleza de la conciencia y de la verdad moral a la que nuestra conciencia tiene que conformarse siempre”.
Señala Burke también algunos importantes aciertos, a su juicio: “Obviamente, hay buenos frutos del Sínodo, como su énfasis en la preparación para el matrimonio y su crítica importancia. […] Tenemos generaciones de católicos que no entienden mucho acerca de su fe católica, y eso incluye la enseñanza de la Iglesia sobre la naturaleza sacramental del matrimonio y de la familia”.
Quizás sus palabras más fuertes son cuando hace referencia a cómo el documento del Sínodo recoge el Magisterio del beato Pablo VI y de San Juan Pablo II sobre la familia: “No se puede hacer referencia a documentos como la Humanae Vitae y Familiaris Consortio sólo de manera general, casi como quien levanta una pancarta. Deben ser estudiados a fondo en las parroquias y los sacerdotes deben predicar acerca de ellos con el fin de ilustrar las verdades que estos documentos expresan de un modo tan maravilloso”. Y sobre el modo de citar recortando parte de los párrafos de Familiaris Consortio, afirma Burke que “El párrafo del informe final sobre este tema es engañoso de una manera muy seria. Da la falsa impresión de que presenta la enseñanza de la Familiaris Consortio, una enseñanza que también se ilustra en un documento del Pontificio Consejo para los Textos Legislativos [a los que el informe final también se refiere]. El informe final del Sínodo sugiere que Familiaris Consortio y el documento del Consejo Pontificio abren un camino para el acceso a los sacramentos de la gente en uniones matrimoniales irregulares. Es justo lo contrario”.
Para confesar, a continuación, su preocupación: “Quedé realmente desanimado por el hecho de que el informe final no llegara a presentar la enseñanza completa de Familiaris Consortio sobre el asunto.[…] Al mismo tiempo, también me inquietó porque sabía que esto iba a ser utilizado por personas como el Padre Spadaro y otros para decir que la Iglesia ha cambiado su enseñanza en este sentido, lo que, de hecho, simplemente no es verdad. Realmente creo que toda la enseñanza de la Familiaris Consortio debería haber sido abordada por el documento final del Sínodo. Durante mi experiencia en el Sínodo Extraordinario de los Obispos de 2014, era como si el Papa Juan Pablo II nunca hubiera existido. Si uno estudia documento final del Sínodo, la riqueza de la enseñanza magisterial de la Familiaris Consortio, que es un documento tan hermoso, no está allí. Este habría sido el momento ideal para recuperarla y presentarla de nuevo en toda su riqueza.
Que el P. Spadaro, considerando todas las cosas contenidas en el documento final, apunte a la idea de que este Sínodo logró lo que la otra sesión no pudo, es muy preocupante. Tenemos que ser honestos unos con otros acerca de esto. Algo aquí no está bien”.
Pero no creamos que esta preocupación o este desánimo llevan al cardenal Burke a tirar la toalla. Al contrario, esta misma semana tenía noticia de una iniciativa nacida bajo su impulso que pretende unir a más de un millón de católicos en el rezo del rosario cada primero de mes por las siguientes intenciones, tal y como explican en su web:
“Durante este Año Santo de la Misericordia, unámonos al Cardenal Burke en una cruzada espiritual para asaltar el cielo con oraciones pidiendo que disipe la confusión y:
1. lleve esperanza a las almas y las mentes de toda América y el mundo; proporcioné apoyo espiritual en la lucha contra las tentaciones de desaliento;
2. proteja a nuestras familias y nuestra fe;
3. detenga el avance del mal en nuestra sociedad;
4. e inunde las almas con Gracia, Luz y Verdad”.
La iniciativa toma un nombre muy “yanqui”, Operación Asalto al Cielo con oraciones, que casi parece el título de una película de Hollywood (excepto por lo de las oraciones). Esto debe de ser lo de la famosa inculturación. En cualquier caso, me parece que rezar el rosario y difundirlo es sin duda de lo mejor que podemos hacer este año (y el siguiente, y el otro,...)