La sociedad moderna pone toda su confianza en el ser humano. Ciencia, técnica y política, se han convertido en la trinidad que ofrece toda solución para cualquier necesidad que nos imaginemos. ¿Para qué sirve Dios? ¿Para qué sirve Cristo? Dios ha quedado englobado dentro de una tenue capa cultural que propicia una tolerancia desafectada entre nosotros. A Cristo se le considera un gran héroe social.
¿La vida eterna? ¿Quién piensa hoy en día en vivir para siempre? Los poderes políticos y sociales, nos llaman a entender la vida como un aquí y ahora, enfocado al disfrute sensorial. En todo caso, cuando la enfermedad o la ancianidad nos lleva a darnos cuenta del engaño, la solución que se ofrece es la eutanasia. Las palabras de Cristo son terriblemente duras para la sociedad actual.
El Señor dijo: “Mis ovejas escuchan la voz, y yo los conozco; ellas me siguen y yo les doy vida eterna”. Sobre el mismo tema, Él dijo un poco más adelante: “Yo soy la puerta; si uno entra por mí, estará a salvo; entrará y saldrá y encontrará pasto” (Juan 10,9). Entrará por la fe, Él saldrá pasando de la fe hacia la visión cara a cara, de la creencia a la contemplación, y encontrará un pasto a su llegada al festín eterno.
Las ovejas del Buen Pastor encuentran por tanto el pasto, pues todos los que le siguen con un corazón humilde, son alimentados con el pasto de las praderas eternamente verdes. ¿Y cuál es el pasto de esas ovejas, sino las alegrías interiores de un paraíso eternamente verde? El pasto de los elegidos, es el rostro de Dios, siempre presente: y cuando lo contemplamos sin interrupción, el alma se sacia sin fin de un alimento de vida… (San Gregorio Magno. Homilías sobre el Evangelio, n°14)
¿Escuchamos plenamente la voz de Cristo o elegimos lo que nos interesa escuchar? El sentido de la vida es servir a Cristo. En la medida que seamos dóciles herramientas en sus Divinas Manos, nuestra vida será venturosa y santa. ¿Que es la felicidad entonces? San Gregorio lo indica con certeza: “cuál es el pasto de esas ovejas, sino las alegrías interiores de un paraíso eternamente verde”. La sociedad no nos habla de lo que somos y vivimos interiormente. En cambio, no deja de ofrecernos alegrías externas que sólo sirven para olvidar el sentido de la vida.
Cristo es la Puerta, Piedra Angular, Camino, Verdad y Vida. De nada, nos vale poner nuestra esperanza en estructuras humanas, shows, políticos, cataclismos vaticinados por videntes e iluminados. Si queremos vivir y que nuestra vida tenga sentido, sólo podemos poner nuestra confianza y esperanza en Cristo. Sólo Él tiene palabras de vida eterna.