Lo cierto es que a nivel material, a todos se nos acumula el trabajo cuando llegan estas fechas tan entrañables. Y ahí está precisamente el peligro, en perder la perspectiva, en perdernos en el entramado de cosas qué hacer y olvidarnos de cuál es el auténtico centro de esta maravillosa e importante fiesta; como dice ese vídeo viral tan bonito: el verdadero regalo de la Navidad es Cristo. El auténtico regalo es el que nos hace Dios Padre, regalándonos a su Hijo. Esa es la fiesta, ese es el motivo de nuestra alegría. Todo lo demás es accesorio, formas de celebrar y acompañar humanamente tan grande acontecimiento, pero nada de todo ello es imprescindible. Llegamos hasta donde podemos. Lo perfecto es enemigo de lo bueno, reza el dicho. Y lo importante en Navidad es celebrar el nacimiento del Hijo de Dios hecho hombre y todo lo que esto supone, enseñárselo a nuestros hijos, y hacer que esté presente todas las vacaciones, e incluso antes. Una muy buena forma de hacerlo, tanto para los que tenemos niños como para los que no, es visualizar el Misterio yendo a visitar Belenes.
Personalmente, os invito, a los que estéis cerca de Madrid, a visitar el Belén viviente que organiza, desde hace ya varios años, la Parroquia de Santa Teresa Benedicta de la Cruz, Edith Stein, en la zona Norte. Se trata de una escenificación de cerca de quince escenas en torno al Nacimiento de Nuestro Señor y que se representa en el parque de al lado de la parroquia este fin de semana, el sábado 12 de diciembre a las 16.20 de la tarde. Dura sobre una hora y consiste en un recorrido por todas las escenas.
Pero, al margen de este concreto -que os recomiendo-, hay muchísimas más opciones en todas las ciudades y durante toda la Navidad para que nuestra participación en ella no sea solo una mera forma de pasar un tiempo agradable con familia y amigos, que también, sino una auténtica implicación cristiana en el grandioso Misterio de la Encarnación del Hijo de Dios.