Cada vez que el director del western que sale en El Mayor Regalo viaja buscando un final feliz para su película dice a los actores:

“Me voy, pero volveré…”

Pues ha vuelto.

Sí, ha vuelto Juan Manuel Cotelo, quien nos cuenta esta vez impresionantes historias de perdón. Historias que si nos las explicasen sentados, tomando café, seríamos incapaces de creer.

Pero que son verdad, porque Cotelo ha vuelto y además rodeado de un equipazo integrado por los verdaderos héroes de carne y hueso –como explica el director al final de la película-, personas como Tim Guenard, capaz de transmitir una paz que sobrepasa la misma pantalla de cine, Irene Villa, que contagia su vitalidad y ganas de vivir, Shane O’Doherty, quien aprendió la sabiduría de la forma más cruel, Francisco, un hombre que no sale en google, pero cuya esperanza no tuvo límites, paramilitares colombianos, genocidas ruandeses…  

Como diría en Mary’s Land La Jefa al Abogado del Diablo:

“Están por todas partes…”

Pues está aquí de nuevo el hombre que hacía llorar a las personas para arrancarnos unas cuantas lágrimas y enseñarnos, mediante su nueva película, El Mayor Regalo, la grandeza del perdón, de un perdón que es un don y que, por lo tanto, debemos pedir.

“¿Quiero perdonar, pero soy incapaz?”

¡Pídelo!

No es un proceso automático, no es fácil. Francisco espero cinco años a Gabriela, Shane O’Doherty estuvo catorce en la cárcel… Y, además, como dice el propio Tim Guenard:

“Es un ejercicio diario, constante, una fuerza que se pide y se recibe cada día”.

A mí, uno de los mayores regalos que Dios me ha dado, y como lo hace Él, de forma totalmente gratuita, ha sido conocer de primera mano la labor de Infinito + 1. A través de este blog me topé, por accidente y sin quererlo, con Cotelo, Alexis, Simona, La Última Cima y el grandísimo Pablo Domínguez…

Mi vida desde entonces no ha sido igual, no podía serlo. Tampoco era sospechoso de hereje ni mucho menos, pero me di cuenta de que Jesucristo estaba vivo, vivo entre nosotros, caminando a nuestro lado, independientemente de la precariedad, la lucha diaria y el sufrimiento. Y cuando te das cuenta de algo así, el enfoque de tu existencia es totalmente diferente.   

Y es que de eso van las películas de Cotelo, de ese Amor con mayúscula que Dios vivo nos profesa, sin esperar nada a cambio. Y nos dice con entusiasmo y alegría –importantísima la alegría; el Dios triste no existe-:

“Sí se puede. Mira a Pablo Domínguez, mira a Salvador, a Amada Rosa, a Tim a Irene, a Shane…”

Pues sí Cotelo ha vuelto y con mucha fuerza. Y también este blog. Ha pasado tiempo y, como en la película, mi caballo, compañero de viaje, ha quedado reducido a un esqueleto, pero vuelve el blog. Sería de malagradecido que no lo hiciese.

Lo dejo aquí, pero a quien lea este humilde post, dos deberes:

Primero, perdonad o pedir perdón a alguien, y decídselo. Seguro que no tendremos historias tan impactantes como los protagonistas de El Mayor Regalo, pero siempre hay el compañero de trabajo al que hablé mal, el hijo al que no supe dirigirme, el amigo al que dejé tirado…

Segundo, daros el regalazo de ir a ver El Mayor Regalo. Ayer se estrenó en España. Id por egoísmo, porque os va a hacer mucho bien. Pero también porque, mientras más tiempo esté en las salas de cine, más bien hará a un país como el nuestro, necesitado especialmente de pedir perdón y perdonar.