1.a. ¿Cómo anda tu oración?
Buena pregunta para un buen examen de vida cristiana. Para responder, claro está, con la experiencia, no con una respuesta aprendida de memoria. ¿Aprobarías?
La oración cristiana. Orar más y mejor como verdadero cristiano. ¿Qué es oración? ¿Cómo orar? Ésta y otras muchas expresiones semejantes son moneda de uso corriente en los muchos libros, cursos y talleres de oración que existen. Y esto es de alabar y para alegrarse. Y es que se siente más y más la necesidad de orar.
Y sin embargo, una pregunta queda flotando en el aire sin llegar a aterrizar, porque no encuentra respuesta en muchos: ¿Oramos mejor los cristianos? Los seguidores de Jesús, ¿sabemos orar? ¿Oramos como nos pide él? ¿Dedicamos tiempo a la oración?
Personal y eclesialmente la respuesta no admite demora: hemos de orar, necesitamos orar, hemos de aprender a orar, hemos de dedicar tiempo a la oración. Es tan urgente como ser persona humana madura y cristiano auténtico. ¡Así de simple! Digo y afirmo, y no estoy solo al hacerlo ni soy original al expresarlo: hay que orar para ser cristianos, hay que orar para ser buena persona humana. Es ésta una convicción profunda nacida de la experiencia. Además, y en definitiva, porque la oración es una íntima relación de comunión amorosa. Sin ella, ni la persona vive ni el cristiano es tal.
De tal convencimiento nace este servicio de pastoral orante. Es indispensable echar una mano, prestar una ayuda que favorezca la educación a la oración y al hecho de poder orar concretamente y de modo progresivo.
Y de ahí surge la doble propuesta que desea aportar el servicio, doble plato que quiere servir: uno, el primero, dar una sencilla y simple enseñanza o catequesis, o rasgos teológicos y espirituales fundamentales, que se han de tener claros. Aspecto éste más teórico. Y otro, el segundo, ofrecer prácticas orantes que ayuden a meterse en la oración de modo concreto; o sea, aportar pistas para ir orando. Es el aspecto práctico y pastoral de la oración.
Y todo, con la ilusión esperanzada de ayudar a orar, orando; de colmar esa laguna de falta de oración personal; de poner en mano un bastón para facilitar el camino, no siempre llano, de la oración. También la oración hace parte de la vida evangélica que ha de vivir el cristiano de a pie, el hombre, la mujer de la prisas y falta de tiempo.
¿Vives tu fe cristiana? ¿Eres evangelizador? Pues has de tener oración personal y comunitaria cristianas. Es decir, y hablando en plata, no te puede faltar el diálogo personal, íntimo, profundo con tu Padre, Dios Amor y Señor: eso es sencillamente la oración. De lo contrario, tu anemia humana y espiritual es segura.
Dedica un rato a darle vueltas a estas cosas en tu corazón