CARTA ABIERTA A ABEL AZCONA

 25 noviembre, 2015

Estimado Abel,


Mi nombre es Ale García Centenera soy una joven de 21 años, de Madrid y SÍ soy católica. Tengo la suerte de presumir de amigos de todo tipo, que aunque no comparten mis creencias, sí las respetan.

Escribo esta carta porque después de un par de días pensando en todo el alboroto que has montado, solo hay una cosa que no acabo de comprender  y es, ¿Con qué valor has culpado a mi Dios de los terribles pecados cometidos por el hombre?

¿Quieres hablar de pederastia? No tengo ningún problema, aunque no sin antes dejar claro que acompaño el dolor de las víctimas y familias que han tenido la desgracia de sufrir esta clase de situaciones. Me remito a la carta del sabio Benedicto XVI en el año 2010, tras los casos descubiertos en Irlanda. Una extensa carta pública en la que el Papa en ese momento, bajó la cabeza entristecido para dejar claro que lo primero era admitir el daño causado, pedir perdón y esclarecer los hecho y llevarlos ante la justicia. También quería recomendarte un nombre, el de Philip Jenkins, un prestigioso profesor de la universidad Baylor de historia y estudios religiosos del que me he estado informando. Un hombre que, sin ser católico, escribe un libro siguiendo bien de cerca todos los casos sucedidos, y sugiere como, a veces, hay que leer e informarse más allá de lo que dice la prensa.  Pero no me gustaría darle más importancia a este autor, porque no pretendo excusar nada. LO QUE ESTÁ MAL ESTÁ MAL.

Una vez dicho esto, y dejando claro que no intento ocultar los trágicos sucesos, hablemos de arte. Antes que nada, me gustaría humildemente admitir mi conocimiento limitado sobre arte, aunque como te mencionaba antes, tengo amigos de todo tipo, y entre ellos tengo la suerte de contar con estudiantes de bellas artes, futuros arquitectos y diseñadores, cantantes, músicos etc. Y lo maravilloso de estos amigos de los que te hablo es que, cada cual es más distinto y original que el otro. De todas sus increíbles creaciones, puedo hablar sin casarme. Siempre se preocupan de explicarme, el sentido de este o aquel color, como les vino a la mente esta o aquella estrofa,  porqué el trazo así o asá… Y lo cierto Abel, es que nunca necesito esas explicaciones, porque lo que yo entiendo por arte es belleza y cultura, y sus creaciones desprenden mucho de ambas cosas.

Ahora hablemos de cómo me has insultado a mí, a mi Santa Madre Iglesia y por encima de todo, como has insultado a mi DIOS. Hace unos días publiqué en mi muro de Facebook: “Cuando necesitas hacer esta clase de cosas para que te llamen “Artista”, además de tener un claro problema de falta de cariño y atención, lo que te pasa ¿sabes qué es? Que eres un insulto para la gente que SI es una artista”. Y lo cierto es me quedé corta, porque meterte en la casa de mi Padre, robar unas hostias consagradas y tirarlas por el suelo, no solo te aleja increíblemente de ser un artista, sino que te convierte en una persona bastante irrespetuosa.

Te invito a que la próxima vez que entres en mi Iglesia a robar a mi preciado Dios, te quedes un poco más de rato, porque igual se te ocurre una idea más inteligente, y ¿Quién sabe?, lo mismo algún día acabas haciendo verdadero arte. Porque si tuvieses más cultura sobre mi familia, la iglesia católica, quizás en tu exposición podrías haber representado las sacrificadas manos de Teresa de Calcuta, el infinito e incansable corazón de Juan Pablo II, o simplemente, podrías haber representado a todos los católicos que lejos de apoyar la pederastia , sufrimos la consecuencia de que se nos acuse de aceptarla. 

¿Libertad de expresión para criticar los sucesos ocurridos? POR SUPUESTO y lo hago contigo, pero no para culpar a Dios de los pecados de algunos hombres, como te decía al principio.

Espero que algún día, al igual que mis amigos, aprendas a transmitir belleza y cultura a través de tu arte, y deje de causarte morbo hacer sufrir a toda la gente a la que has hecho daño con esta creación tuya.

Y por último Abel, dejarte claro que mi Dios, al que has tratado de esa manera tan despreciable, se alegró de verte el día que entraste por las puertas de su casa y robaste la primera hostia. Y aunque a mi me va a costar un poco más, porque la ofensa ha sido realmente grande, lo más importante Abel, es que sepas QUE ÉL ESTA DISPUESTO A PERDONARTE.