«MAÑANA VOLVERÁS»
Querido David:
No te imaginas la gran alegría que tenemos desde que sabemos el resultado de tu análisis: ¡estás sano, y tu sangre es limpia! ¡Qué bien que nos hayas llamado en seguida, la semana pasada! ¡Todavía no podías ni creerlo! Y ahora estás a punto de volver. Cuando leas esta carta, faltará solo un día. Nos hace mucha ilusión.
No olvides comunicamos la hora de tu llegada. Vamos a esperarte toda la familia en el aeropuerto. Los niños están pintando carteles de bienvenida; ayer cantaron tu nombre durante todo el día. Mi suegra va a hacer su «pastel festivo», con el que nos suele sorprender solo tres veces al año. Richard comentó que te estamos esperando como a un soldado que vuelve victorioso de una batalla. Ya verás: sus tíos con los que vas a vivir son muy simpáticos. Han perdido a su único hijo hace unos años en un accidente trágico, y te recibirán con mucho cariño. Puedes ayudar en su empresa hasta que encuentres un trabajo más adecuado a tu preparación profesional.
Richard, además, tiene otro plan: quiere jugar al tenis contigo, al menos una vez por semana. Me parece un propósito excelente, porque necesita un poco de ejercicio físico. Pero tienes que tener paciencia con él; juega bastante regular. Sin embargo estoy segura de que va a aprender mucho de ti, y que pronto seréis los mejores amigos ...
No te preocupes, David: ¡no tienes que ser perfecto! Te queremos tal como eres, también con los problemas que -¡claro está!- no desaparecen de hoy a mañana. (¿Recuerdas la sospecha que tengo ante las «conversiones repentinas»?). Lo importante es que quieres luchar. ¡Y esto sí que quieres! Has tomado una firme decisión, y esto basta para el principio. Te creo cuando me dices que estás dispuesto a exigirte en serio para trascender las propias reacciones inmediatas, y para adquirir, cada vez más, la estabilidad emocional y la libertad interior.
Tienes un proyecto de vida muy rico y alto. Es como escalar un monte. A veces te cansarás. Pero no vuelvas la mirada atrás: mira hacia arriba, a la meta que vas a conseguir. Y nunca te faltará la ayuda de Dios y la compañía de tus amigos.
Sigo rezando por ti, David, ahora más que nunca, y ya veo los primeros frutos: tienes ánimos para vivir cristianamente, sin miedos y complejos; y además estás recuperando el gran sentido del humor que siempre has tenido. ¡Cómo nos reímos el otro día en el teléfono!
Al final me dijiste: «Cuando has llorado, lo ves todo con otros ojos». Así es, David. Tienes razón como tantas veces: ahora todos vemos la vida de modo distinto que antes y mucho mejor.
Un saludo cordial, y ¡hasta muy pronto!,
tu amiga Mary
Escrito por Jutta Bergraff en "Cartas a David" (Pg.29)