«Antes se nos humillaba como si fuéramos lo peor del mundo. Todos se creían con derecho a ofenderte, siempre echándote en cara tu caída.
»Y yo bebía para olvidar. Al nacer mi hija, mi padre estaba paralítico... He luchado mucho y muy duro.»
A los 23 años emigró a Barcelona en busca de trabajo para ella y de porvenir para su hija. Las religiosas de San José de la Montaña acogieron a la niña durante diez años.
A los 35 años fue operada quirúrgicamente de un tumor en el vientre. Acababa de morir su padre. No podía trabajar y en la amargura de la soledad... bebía entre quince y veinte copas diarias y tres litros de vino. Su refugio y su consuelo era el alcohol.
Posteriormente fue operada de un cáncer en la nariz y tratada durante 68 sesiones con la bomba de cobalto.
Su hija se casó y tiene tres hijos.
Ella hace 28 años que es alcohólica rehabilitada. Afirma:
«No sé adónde habría llegado si Dios no me hubiera dado su gracia en aquel Viernes Santo de ahora hace 28 años.
»Las veces que fui al quirófano sin esperanza de vida le decía a Dios: "Si Vos lo queréis así... también lo quiero yo."»
Y Teresa les dice a quienes le ayudaron:
«Gracias a todos por sacarme del infierno.»
Alimbau, J.M. (1998). Palabras para momentos difíciles. Barcelona: Ediciones STJ.