Se llamaba Christopher Reeve. De profesión, actor de cine. A los 26 años encarnó el papel de Supermán. Se cayó de un caballo pura sangre durante una competición hípica y se quedó paralizado desde la nuca a los pies. Manifestaba:

     «Quizá lo que mucha gente no quiere oír es que cada mañana, nada más despertarme, necesito 20 minutos para llorar, para decirme a mí mismo que, aunque esto es un asco, tengo que levantarme y seguir.

     »Me preocupa que la gente me diga: "Antes interpretabas a Superman, ahora lo eres." Sus intenciones son buenas, pero ellos no tienen ni idea de lo que paso cada noche. Aunque creo que si ser Superman significa seguir adelante, superar el momento presente adverso, incluso cuando te sientes como un detritus, entonces sí creo que pueden llamarme Superman, superhombre.»

El P. Lacordaire afirmaba: 

- «Siempre me ha parecido que la enfermedad es lo que más virtud exige en el mundo, porque la enfermedad abate las fuerzas en el momento en que son más necesarias.»

Todos podemos caer enfermos. La enfermedad es el vecino más cercano que tenemos. En cualquier momento puede llamar a nuestra puerta. De ahí que sea muy importante prepararse mentalmente, interiormente, espiritualmente... para esa formidable prueba de racionalidad, de humanidad, de generosidad, de fe y de esperanza.





Alimbau, J.M. (1998).  Palabras para momentos difíciles. Barcelona: Ediciones STJ.