Hace unos años escribí un librito en que Jesús explicaba el catecismo a un Niño. Partiendo de ello ofrezco unas reflexiones  sobre la fe de la Iglesia que puedan servir para los niños y para sus padres y catequistas; no sé si resultará positivo o no, ya que hoy no  es Dios lo que más cuenta en la vida social, por lo que ni la catequesis ni la fe son lo que más interés despierta en nuestros ambientes, sobre todo cuando vemos que se pretende desterrar a Dios de nuestro  horizonte.

Cuando vino Jesús al mundo se encontró con un pueblo que esperaba al Mesías liberador y salvador. No esperaban que viniese como vino, pero esperaban. Nuestro problema actual es que nadie espera a nadie que le salve.

Por eso, lo primero que debemos preguntarnos al afrontar el problema de la catequesis en nuestro mundo, es qué necesita el hombre de hoy, qué busca, qué quiere, qué está deseando.

Una de las características de la predicación de Jesús es que los grandes misterios de nuestra fe los explica con sencillas parábolas. Es frecuente la expresión: “El Reino de los cielos es semejante...”. La explicación que da cuando le preguntan por qué les habla en parábolas, responde: “Les hablo en parábolas, porque viendo no ven, y oyendo no oyen ni entienden" (Mt. 13, 13).

San Vicente Ferrer en unos consejos que da a un predicador, dice: En cuanto sea posible, predica con ejemplos para que cualquier pecador vea que le estás predicando a él solo... Son unos consejos que debiéramos tener en cuenta los que tenemos el deber de tomarnos en serio la evangelización.

Por si a alguien le puede ser de provecho, tanto a los Niños, como a los padres o catequistas, propongo estos diálogos entre Jesús y un Niño, sobre los misterios de la fe y animándole a vivirlos.

Que Dios nos ayude en esta tarea.  Empezamos viendo algo sobre la Revelación de Dios.
 
DIOS SALE AL ENCUENTRO DEL HOMBRE, LE HA HABLADO Y SU PALABRA HA LLEGADO A NOSOTROS
Me he encontrado con alguien que se llama Jesús y me dice que es mi amigo. Sé que ha entregado su vida por salvarme a mí y a todos los hombres.

Lo que sé de Él me lo ha dicho Él mismo por medio de mis padres y de la Iglesia. Tengo fe en Él, creo en Él, espero y confío en Él, y le quiero de verdad.

De Dios podemos saber algunas cosas, como que existe, y que es creador y poderoso. Lo podemos saber contemplando la creación.

Si, como decimos, no hay reloj sin relojero, menos puede haber mundo sin Dios; es cuestión de emplear el sentido común. Viendo las leyes de la naturaleza, podemos saber que Dios es sabio y poderoso; y podemos también hablar de la belleza de Dios al ver tantas cosas bellas como el mar, el firmamento, el desierto, las flores... Si hay tanta belleza en el mundo, ¡cuánto más bello ha de ser quien lo hizo todo!

Pero, penetrar en el misterio de Dios, es decir, saber cómo es Dios y cuál es el significado profundo de su presencia entre nosotros por medio de Jesús, sólo lo podemos saber si Dios mismo nos lo dice.

Y Dios nos ha hablado por medio de los profetas, especialmente, por medio de su Hijo Jesús. Es lo que llamamos Revelación. Es la primera cuestión que planteamos. Hay una segunda cuestión; y es que Dios no nos ha hablado a cada uno de nosotros sino sólo a algunas personas. Y lo que les ha dicho se lo ha dicho para todos. Necesitamos saber qué nos ha dicho y cómo llega hasta nosotros lo que ha dicho.

Para saber todo esto, vamos a dialogar con Jesús o, mejor, a charlar con Él…
 
CHARLANDO CON JESÚS
Podemos imaginarnos a un niño: de unos doce años que asiste a las catequesis y un buen día ve que es Jesús quien va a hacer de catequista porque éste estaba enfermo. El Niño queda un tanto desconcertado, pero en el fondo se alegra, porque así le va a preguntar a Jesús cosas que no entiende y que Jesús se las podrá contestar. E, inmediatamente, empieza un diálogo entre los dos­:
Niño: Jesús, me han hablado mucho de ti, y ahora que estamos juntos, me gustaría charlar un ratito contigo de las cosas que aprendemos en la catequesis; ¿quieres?
Jesús: Naturalmente que quiero. Disfruto estando con los hombres, sobre todo, con los niños.
Niño: No sé si hablarte de tú o de Vd.
Jesús: ¿Cómo hablas con tus amigos?
Niño: De tú.
Jesús: Pues háblame de tú porque somos amigos, ¿no?
Niño: Pues sí, de acuerdo.
Jesús: ¿Por qué quieres charlar conmigo?
Niño: Porque quiero conocerte y quiero que me digas cómo eres y cómo debemos ser los niños que queremos ser amigos tuyos.
Vamos a ver, Jesús. Yo no te he visto nunca; mis padres tampoco, mis amigos tampoco y, sin embargo, creo que existes y que eres nuestro salvador, y que has muerto por amor a los hombres, y que has resucitado... Me fío de ti y te quiero. ¿Por qué, si no te he visto nunca?
Jesús: Porque tienes fe; y la fe es un regalo que yo te he hecho; por eso crees en mí, a pesar de no haberme visto nunca.    (Continuará)
  
José Gea