Si ayer presentábamos la respuesta que a la cuestión daban San Lucas y San Marcos (pinchen aquí si desean conocerla), toca hoy presentar la que dan San Mateo y San Juan.
 
            Esto es lo que al respecto nos cuenta Mateo:
 
            “Al atardecer, se puso a la mesa con los Doce. Y mientras comían, dijo: «Yo os aseguro que uno de vosotros me entregará.» Muy entristecidos, se pusieron a decirle uno por uno: «¿Acaso soy yo, Señor?» Él respondió: «El que ha metido conmigo la mano en el plato, ése me entregará. El Hijo del hombre se va, como está escrito de él, pero ¡ay de aquel por quien el Hijo del hombre es entregado! ¡Más le valdría a ese hombre no haber nacido!» Entonces preguntó Judas, el que iba a entregarle: «¿Soy yo acaso, Rabbí?» Dícele: «Tú lo has dicho.»
            Mientras estaban comiendo, tomó Jesús pan y lo bendijo, lo partió y, dándoselo a sus discípulos, dijo: «Tomad, comed, éste es mi cuerpo.» Tomó luego una copa y, dadas las gracias, se la dio diciendo: «Bebed de ella todos, porque ésta es mi sangre de la Alianza, que es derramada por muchos para perdón de los pecados. Y os digo que desde ahora no beberé de este producto de la vid hasta el día aquel en que lo beba con vosotros, nuevo, en el Reino de mi Padre.»” (Mt. 26, 20-29).
 
            Mateo, como Marcos, sitúa el anuncio de la traición antes de la institución de la eucaristía. Pero aquí sí hay tanto delación (“Tú lo has dicho”), como confesión (“¿Soy yo acaso, Rabbí?”). No obstante todo lo cual, nada permite afirmar que Judas no comulgara, pues inmediatamente después, Jesús instituye la eucaristía y nadie dice que entre los que come y beben no se halle también Judas.
 
            Y Juan, ¿qué nos dice Juan? Esta es la narración que hace del anuncio de la traición:
 
            “Cuando dijo estas palabras, Jesús se turbó en su interior y declaró: «En verdad, en verdad os digo que uno de vosotros me entregará.»
            Los discípulos se miraban unos a otros, sin saber de quién hablaba. Uno de sus discípulos, el que Jesús amaba, estaba a la mesa al lado de Jesús. Simón Pedro le hace una seña y le dice: «Pregúntale de quién está hablando.» Él, recostándose sobre el pecho de Jesús, le dice: «Señor, ¿quién es?» Le responde Jesús: «Es aquel a quien dé el bocado que voy a mojar.» Y, mojando el bocado, lo toma y se lo da a Judas, hijo de Simón Iscariote. Y entonces, tras el bocado, entró en él Satanás. Jesús le dice: «Lo que vas a hacer, hazlo pronto.» Pero ninguno de los comensales entendió por qué se lo decía. Como Judas tenía la bolsa, algunos pensaban que Jesús quería decirle: «Compra lo que nos hace falta para la fiesta», o que diera algo a los pobres. En cuanto tomó Judas el bocado, salió. Era de noche” (Jn. 13, 21-30).
 
            Una narración que, como siempre nos ocurre con Juan, contiene varias novedades. Aquí hay delación («Es aquel a quien dé el bocado que voy a mojar.» Y, mojando el bocado, lo toma y se lo da a Judas), pero no confesión, ya que Judas nunca asiente. Y la más importante de todas: no obstante no delatarse, Judas, tal vez avergonzado, tal vez presa de una ira irrefrenable, en todo caso una vez que recibe la orden de hacerlo («Lo que vas a hacer, hazlo pronto.»), opta por abandonar la sala antes que los demás, sin esperar a que todos se retiren como parece inferirse de los relatos sinópticos.
 
            Así pues, en Juan, Judas no comulga… ahora bien ¿acaso lo hacen los demás? Pues bien, no, porque en Juan, como es sobradamente conocido, no hay institución de la eucaristía durante la última cena de Jesús con sus discípulos (la había realizado antes con ocasión de la multiplicación de panes y peces). Por lo que la cuestión permanece en los mismos términos. A modo de pista, sí se puede indicar que el acto iniciático que en Juan sustituye a la institución de la eucaristía sinóptica es el lavado de los pies de Jesús a sus discípulos, una ceremonia, por llamarla de alguna manera, que Jesús sí dispensa a Judas, exactamente igual que a todos sus discípulos, pues la narración de la misma se recoge con anterioridad a la declaración de Jesús sobre la traición de la que iba a ser objeto.
 
            Y bien amigos, con este ejercicio de lo que al principio he dado en llamar “pequeña exégesis”, les dejo por hoy. Hemos pasado el ratito ¿no? Que pasen Vds. un feliz día, y que hagan mucho bien y no reciban menos. Nos vemos por aquí.
 
 
            ©L.A.
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