Lerma,4 de noviembre
Hola, buenos dÃas, hoy Joane nos lleva al Señor. Que pases un feliz dÃa.
LA GRAN HAZAÑA
DÃa de orden y limpieza: unas, la sala; y otras otra, parte del Noviciado.
Recibà una llamada y, al ver que se alargaba bastante, observé la galerÃa llena de cajas y cajas, bolsas y más bolsas de basura de gran tamaño... desplegadas por todos los sitios, pues estamos vaciando una sala que hace años que no se tocaba.
Agarrando el teléfono con la oreja aplastada sobre el hombro, mientras "escuchaba" la llamada, bajé una gran bolsa en la que, por el peso, se abrió un agujero y fui dejando un rastro que luego tuve que recoger de vuelta; otra bolsa en que, mientras "escuchaba", coincidió que mi pierna, a cada escalón, golpeaba un patito de goma que se dedicaba a delatarme con un "cuack" "cuack" continuo; otra tenÃa un juego para llevar a las monjas que se activó, y no paraba de decir: "¡Bienvenido a la guerra de las galaxias!", seguido de una musiquilla imparable... y yo..."escuchando" y, a su vez, sintiéndome una heroÃna por poder sorprender dejando vacÃa la galerÃa.
Se acabó la conversación y yo sola seguà con la galerÃa que entre todas debÃamos haber vaciado después de acabar todo. Pero ya sólo miraba por el "logro" de conseguirlo sola. No me conformé y, una vez que bajé todo, sola también me dediqué a llevar todo a la otra punta del monasterio: un viaje, otro, otro...
¿Me ofrecieron ayuda? SÃ, ¡incluso Israel apareció con dos carretillas! Pero, ante mi "gran acogida", desaparecieron... ¡era mi hazaña! Dentro de mà sabÃa que tenÃa que pedir ayuda, que era algo de equipo, pero no paré. Al dÃa siguiente, el dolor de espalda se reÃa de mÃ, ¿quién no?
Cuántas veces nos ponemos metas a alcanzar solos, sin poder ver a los hermanos. Nuestro valor no depende de las grandes hazañas, de nuestra autosuficiencia, de lo sorprendidos que podamos dejar al resto con nuestra tenacidad, de lo perfectas que creamos hacer las cosas... Sin Amor, sólo crece nuestro Yo y no dejamos que Cristo, el Amor, crezca en nosotros. Y sÃ, yo dejé la galerÃa impoluta, llevé todo a su sitio pero... no escuché con calma la llamada de teléfono y no me dejé ayudar. ¡Ésa era la hazaña que me pedÃa el Señor en ese momento!
Puede que tengas que presentar algo en el trabajo, hacer la programación de una actividad, la comida, desplazarte a algún sitio, ir a la consulta del médico, puede que te estén haciendo pasarlo mal en el cole o en el trabajo... prueba a pedir ayuda, prueba a dejar que los demás entren en lo que tienes entre manos, también en tus problemas y preocupaciones. No tengas miedo a tu debilidad, a sentirte juzgado; seguro que te sorprendes. Cristo no quiere que vivas todo solo y te pone cerca a mucha gente buena.
Hoy el reto del Amor es que pidas ayuda. Pero no te pongas este reto sólo para hoy: prueba cada dÃa pedir ayuda en algo. Verás que no es fácil pero que esta hazaña sà es grande.
VIVE DE CRISTO
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