«Alabad al Señor, que libró la vida del pobre de manos de los impíos.»
Queridos hermanos
Estamos en el domingo XII del Tiempo Ordinario. ¿Qué dice la Palabra en la Eucaristía, en la misa de hoy? La primera Palabra es del libro de Jeremías que dice: “Mis enemigos dicen a ver si da un traspiés y cae”. Nuestros enemigos quieren que caigamos, es decir, que desaparezcamos o que tengamos caídas para ridiculizarnos y quitarnos la credibilidad. El profeta Jeremías sigue diciendo: “pero el Señor está conmigo, como un fuerte soldado, mis enemigos tropezarán y no podrán conmigo”. El Señor nos sostendrá, nos ayudará, está con nosotros. “Me encomendé a mi causa, me encomendé al Señor”. La causa que Él nos ha mandado es la de ser cristianos. Libró nuestra vida de manos de los impíos que no tienen piedad. Por eso hermanos mucho ánimo, si hemos caído, si caes levántate porque Dios te sostiene, está como un soldado ayudándote.
Respondemos con el Salmo 68: “Que me escuche tu gran bondad, Señor, soy un extraño para mis hermanos, un extranjero para los hijos de mi madre, pero me devoro por el celo de tu templo”, es decir, por el anuncio del Evangelio, por la evangelización, esto nos devora interiormente. El Señor escucha a los pobres y no desprecia a sus cautivos. Por eso hermanos, ánimo, retornemos al Señor que es quien nos sostiene y nos ayuda.
La segunda Palabra es de la Carta de San Pablo a los Romanos, dice: “Por un hombre entró el pecado en el mundo, y por el pecado, la muerte, porque todos pecaron”. Es verdad, todos hemos pecado, por eso hemos destruido el plan de Dios que tenía pensado hacer sobre nosotros, sobre la creación. Dirá San Pablo: “Si por la transgresión de uno murieron todos, mucho más, la gracia otorgada por Dios, el don de la gracia que correspondía a un solo hombre, Jesucristo, sobró para la multitud”. Jesucristo ha entrado hasta lo más profundo del hombre, nos ha salvado, nos ha rescatado y nos ha dado la posibilidad de ser hijos de Dios, tener la naturaleza de Dios.
El Evangelio que es de San Mateo, en el fondo hace una pregunta: ¿cómo hay que hacer esta misión, esta evangelización? Dice el Señor: no tengáis miedo a los hombres, nada hay escondido que no llegue a saberse…no tengáis miedo a los que matan el cuerpo, pero no pueden matar el alma. Entonces ¿a quién hay que tener miedo? Lo dice muy bien Santa Teresa: Solo hay que tener miedo a una cosa: a perder a Dios, es decir, a perder el ser de Dios en nosotros. El Evangelio está destinado a ser conocido, predicado, y nadie nos lo impedirá. No tengáis miedo, no hay comparación entre vosotros y los gorriones, el diseño que Dios ha hecho sobre ti y sobre mi está pensado para que tú seas feliz y para que nos encontremos con Jesucristo. Arriesguemos por Dios y Él nos dará el ciento por uno. Hermanos, hoy el mundo nos propone negar a Dios y la Iglesia nos invita a apoyarnos en el único estable, en Jesucristo. Pues bien, hermanos, que este espíritu esté en medio de vosotros. Recemos unos por otros, declaremos a Jesucristo como el Señor y Él transformará nuestras vidas.
Que la bendición de Dios Todopoderoso Padre, Hijo y Espíritu Santo descienda sobre todos vosotros.
Mons. José Luis del Palacio
Obispo E. del Callao