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EVANGELIO

No desprecian a un profeta más que en su tierra
Lectura del santo Evangelio según san Marcos 6, 1-6

En aquel tiempo, Jesús se dirigió a su ciudad y lo seguían sus discípulos.
Cuando llegó el sábado, empezó a enseñar en la sinagoga; la multitud que lo oía se preguntaba asombrada:
«¿De dónde saca todo eso? ¿Qué sabiduría es esa que le ha sido dada? ¿Y esos milagros que realizan sus manos? ¿No es éste el carpintero, el hijo de María, hermano de Santiago y José y Judas y Simón? Y sus hermanas ¿no viven con nosotros aquí?».
Y se escandalizaban a cuenta de él.
Les decía:
«No desprecian a un profeta más que en su tierra, entre sus parientes y en su casa».
No pudo hacer allí ningún milagro, sólo curó algunos enfermos imponiéndoles las manos. Y se admiraba de su falta de fe.
Y recorría los pueblos de alrededor enseñando.

Palabra del Señor.

¡Cuántas gracias nos esperan!

Lo que le pasaba a Jesús con Su Esposa, nos puede ocurrir a nosotros con nuestro esposo: Que no sepamos valorar a quién ha puesto Dios a nuestro lado y la influencia que tiene en nosotros a través de Él. Y claro, la consecuencia inmediata es que el Señor no puede hacer ningún milagro en nuestro matrimonio.

Aterrizado a la vida Matrimonial:

Jorge: Me doy cuenta de la cantidad de veces que te miro con desprecio y me doy cuenta también de la gravedad que conlleva esa mirada.
Paula: La verdad es que, es muy habitual que nos quejemos el uno del otro, y eso, no lo quiere Dios.
Jorge: ¿Qué apertura puedo tener al don de Dios si lo desprecio? ¡Ninguna!
Paula: Sólo Dios sabe todo lo que nos habremos perdido por estar cerrados el uno al otro.
Jorge: Es el momento de convertirnos y acogernos como don de Dios. ¿No te parece?
Paula: Me parece maravilloso. ¡Cuantas gracias nos tendrá preparadas el Señor!

Madre,

Cómo es el orgullo que nos hace mirar con desprecio el mayor don que hemos recibido de Dios después de la Eucaristía. Alabado sea Dios por mi esposo o esposa.