El próximo viernes la Iglesia celebra la fiesta de Santa Margarita María de Alacoque, la religiosa de la Visitación que recibió las revelaciones del Sagrado Corazón que abrirían un nuevo tiempo en la vida de la Iglesia.
Me ha llamado la atención lo que ha escrito a propósito de esta fiesta Christopher Howse, uno de los periodistas más prestigiosos de Inglaterra y colaborador habitual en The Telegraph, The Tablet y The Spectator (y por cierto, profundo conocedor y amante de España). Empieza Howse reconociendo que “La devoción al Sagrado Corazón de Jesús me pareció durante mucho tiempo una práctica repelente. Aparte de otras cosas, sus representaciones en grabados coloreados o estatuas de yeso que muestran a Jesús, con el pelo como las orejas de un perro de aguas, apuntando a un corazón anatómicamente incorrecto rodeado de una corona de espinas y flotando en el exterior de su pecho, me parecía una muestra del pésimo gusto del siglo XIX”. Menudo inicio, pensé.
Pero, continúa Howse, “desde entonces he descubierto que la devoción es mucho más antigua, para nada azucarada y basado en la Biblia”. Y ha cambiado de opinión, ha descubierto que esto del Sagrado Corazón es algo muy potente.
Y da sus argumentos. Por un lado estamos ante una devoción mucho más antigua que el siglo XIX, de hecho santa Margarita María vive dos siglos antes del siglo XIX. Pero al mismo tiempo es muy actual. Un ejemplo, anecdótico pero significativo: santa Margarita María fue canonizada en 1920 y san Claudio de la Colombière, confesor y guía de santa Margarita María y clave en la propagación de la devoción al sagrado Corazón, fue canonizado en 1992. O sea que la Iglesia nos los ha propuesto como modelo de vida durante el último siglo, como si fueran especialmente adecuados para nuestros tiempos.
Luego señala Howse la conexión entre el Sagrado Corazón y la Comunión frecuente y la necesidad de “reparación por la ingratitud de los hombres hacia el amor demostrado por Jesús y simbolizado por su corazón”. A lo que añade la importancia de ese “corazón de carne”, que nos recuerda la realidad de la Encarnación, “el hecho de que Dios tomó un cuerpo humano , que la misma Persona que vive eternamente como Dios también nació en Belén, caminó sobre la Tierra y murió en la cruz”. Y acaba con una bella imagen, comparando la puerta del Arca de Noé, que significó la salvación para todos los que la traspasaron y penetraron en su interior, con la herida del Corazón de Jesús, nueva puerta de salvación para quienes la penetran y entran en su interior.
No está nada mal, especialmente después del sincero arranque antes reseñado. Lo que me ha llevado a pensar que todos podemos darle una oportunidad al Sagrado Corazón, olvidarnos por un momento de algunos rasgos superficiales que quizás no nos entusiasmen y penetrar a fondo en una revelación que jugó y jugará un papel determinante en la salvación de tantas almas.