EL DIABLO Y LA MONJA
A una religiosa anciana en su lecho de muerte se le apareció el diablo, con la firme intención de hacerla desesperar de su salvación trayéndole a la memoria todos los pecados de su vida pasada.
Tras una pequeña explosión de humo y azufre se presentó éste espantoso ante la religiosa, y, soltando una gran y desagradable carcajada, le dijo:
- ¡Dentro de poco serás mía para siempre y estarás conmigo toda la eternidad! Toda tu vida está llena de pecados, ¿lo recuerdas?
Aquella religiosa, miró al diablo y le esbozó una sonrisa. El diablo se sintió incómodo e intuyó que aquella monjita no debía estar muy cuerda.
- No, no recuerdo tener ningún pecado en toda mi vida, la verdad.
El diablo estalló a carcajadas.
- ¿Acaso estás perdiendo la memoria, vieja?
La religiosa le miró con una sonrisa aún mayor.
- Qué va. Te aseguro que no tengo ningún pecado.
El demonio arremetió con furor.
- ¿Ah sí? Yo conozco tu vida. Sé las veces que has pecado de ira, soberbia, pereza, envida, lujuria... A mí no me puedes engañar, pues yo llevo la cuenta de todos tus pecados. Mañana a esta hora tu alma será mía.
Y soltó una estruendosa carcajada que hizo retumbar las avernosas cavernas del infierno.
Para su sorpresa, la monja empezó también a carcajearse con él.
- Querido, puedo asegurarte que no hay ni un solo pecado en toda mi vida.
El diablo se quedó pasmado. Él sabía perfectamente cuando alguien mentía, y al oír a la monja inmediatamente supo que no estaba mintiendo. Estaba absolutamente desconcertado.
Estaba seguro de haber hecho pecar en muchas ocasiones a aquella monja. Pero cuando miró dentro de su alma, vio aterrorizado que efectivamente no había ni un solo pecado en toda su vida. Dando un paso atrás, dijo:
- ¡Es imposible! ¿Cómo puede ser que no tengas ni un solo pecado?
La monja, riendo a carcajada suelta, le respondió:
- ¡Porque Jesús se los llevó todos ayer cuando me confesé!