27 de enero de 2019
Puede parecer extraño titular así esta primera entrada en el blog que me ha ofrecido Religión en Libertad, y que agradezco mucho, pero no lo es tanto si nos damos cuenta de lo que sucedió un día como hoy de hace unos cuantos años.
Nos tenemos que remontar hasta finales del s. XIX, concretamente a 1891 y 1896 para recordar que tal día como éste, 27 de enero, el Padre de la gloria llamaba junto a sí a dos grandes personajes un tanto olvidados y poco valorados en la historia de España; me refiero a Sor Patrocinio y a San Enrique de Ossó. Monja una y sacerdote el otro. Sierva de Dios ella y santo él. Renovadora de la Orden de la Inmaculada Concepción la primera y fundador de la Compañía de Santa Teresa el segundo. Estas son las figuras destacadas que en este día, en apariencia sin relevancia alguna, recordamos de modo especial.
Sor Patrocinio, gracias a Dios, va siendo reconocida poco a poco y San Enrique de Ossó tiene más suerte en este sentido al haber fundado una familia religiosa femenina dedicada a la enseñanza. Los colegios atendidos por las teresianas, así son llamadas las hijas espirituales de San Enrique de Ossó, difunden einstruyen en sus centros de enseñanza la vida y la doctrina de este gran santo español. Basta decir que el pasado viernes en el colegio de Calahorra tuvimos,además de actos deportivos y culturales, la misa en la que los niños de 5º y 6º de primaria, al preguntarles cuándo nace San Enrique responden con firmeza que había vivido hace unos 150 años. Los alumnos a lo largo de año tienen contacto directo con este santo fundador por medio de las diversas actividades que a nivel académico, espiritual y lúdico se proponen desde el colegio para estar unidos en torno a él y con él a otra santa, Teresa de Jesús, a la que tuvo una devoción sin par San Enrique.
Por otro lado, las concepcionistas franciscanas, desde la clausura de sus monasterios dan a conocer a Sor Patrocinio con algunos cultos especiales como los de la Virgen del Olvido, advocación mariana muy unida a esta religiosa al tener una aparición de la misma Madre de Dios en su convento de Caballero de Gracia en Madrid y presentarse con este nombre. Así en Madrid, en el convento de Blasco de Garay, los primeros sábados de mes hay adoración eucarística, confesiones, rezo del rosario y celebración de la santa misa. Acuden fieles de todos los contornos de Madrid y la Virgen siempre nos regala alguna gracia espiritual. Algo parecido sucede en el monasterio de Cuenca los días 13 de cada mes o los días 13 y 27 en el de Guadalajara, donde reposan sus restos.
El P. Enrique de Ossó como sacerdote se dedica en cuerpo y alma a la predicación, la misión, la catequesis, la atención espiritual, la enseñanza,… y con ello y desde ello encamina a miles de personas hacia una gran maestra, la gran doctora y mística Santa Teresa de Jesús. De hecho fundar la Compañía de Santa Teresa dedicada a la enseñanza es prueba patente de su amor inmenso hacia la santa abulense. No sólo quiere contagiar a todos de su espíritu orante, sino que anima, recoge y acompaña en el tren a miles de personas que guiados por él, en varias ocasiones, llegan hasta la cuna (Ávila) y el sepulcro (Alba de Tormes) de la Madre Teresa. Allí rezan, recorren los lugares teresianos, celebran la eucaristía, escuchan las enseñanzas del P. Enrique, y se encuentran con su corazón. Ese corazón transverberado de Santa Teresa que se conserva incorrupto en un relicario junto al sepulcro y a otra gran reliquia, un brazo, en el altar mayor del monasterio de las carmelitas descalzas de Alba de Tormes. Allí están sus restos, pero gracias a San Enrique de Ossó su vida, doctrina y experiencia se ha difundido por gran parte de la humanidad. Todo nace y va a parar al amor que brota del Corazón de Jesús desde otro corazón, el de Santa Teresa de Jesús.
Sor Patrocinio vive de otro modo, pero a la vez en la misma dinámica:enamorada del Corazón de Cristo.Ese Corazón que le llama a ser religiosa, a ser concepcionista franciscana. A dejarse llevar por Dios en una tormenta constante de persecuciones, destierros, calumnias, etc. de las que no hace mucho caso porque su centro, su tesoro, su vida es Jesucristo. A Él le había hecho voto de virginidad desde bien niña y lo lleva a la práctica hasta las últimas consecuencias. En la corte de Madrid da mucho que hablar, pronto salen en su camino feroces enemigos, pero no le falta quien le acompañe y conforte en el camino. Ella se une de tal manera a Dios que recibe esa preciosa gracia mística, como su Padre San Francisco, de llevar impresas en su cuerpo las llagas de la Pasión del Señor. Muchos pensaban que era una patraña, pero de eso nada. Sor Patrocinio tenía esas llagas que le unían a la fuente del amor, a Cristo, en esa entrega total. Su herida del costado hace ver con claridad que ese amor que profesa a su Esposo es tal que lo toma y lo hace suyo a la vez que la une a Él de manera íntima, de ese modo que no se puede entender hasta que se vive en primera persona. De nuevo un corazón abrasado en amor de Dios.
¿Y por qué al 27 de enero tenemos que añadirle el año? Porque este año 2019 se cumplen 100 años de la consagración de España al Corazón de Jesús, y al comenzar el año, el mismo Cristo nos presenta a dos corazones que han sabido unirse y consagrarse a Él desde este amor que brota de su Corazón: Sor Patrocinio y San Enrique de Ossó.