No ha de extrañar que en ocasiones el cansancio y el desánimo embarguen a aquellos que luchan por una sociedad mejor. Es evidente que esa sociedad hoy es plurivalente, abierta y diversa, y que por encima de toda esa diversidad se imponga la protección de la libertad como uno de los valores irrenunciables. Sin embargo, cuando desde los entornos que se consideran afines y cercanos sólo caen palos, críticas, acusaciones y hasta insultos, ese desánimo se convierte en una tentación.
Y hay momentos en los que hay que gritar y pedir un poco de silencio y respeto, cuando no colaboración y apoyo. No es posible continuar sin descargar de algún modo ese principio de frustración y hastío que provocan los afines, aquellos a los que se considera hermanos, aún a modo de filípica o declaración de principios e intenciones. Vayamos, pues, a ello.
Primero.- El 17 de octubre se ha convocado una manifestación a favor de la vida, la mujer y la maternidad, por lo tanto, en positivo, a favor de las personas y su dignidad.
Segundo.- En consecuencia, no se ha convocado ninguna manifestación contra nada. Ni contra el PSOE, ni contra el proyecto de ley de Bibiana Aído, ni contra la ley de 1985, ni contra el PP, ni contra ateos, agnósticos, musulmanes o budistas. El que quiera manifestarse contra algo que se quede en su casa.
Tercero.- Todos los convocantes rechazamos el aborto en su totalidad, en todos sus supuestos y en todas sus formas legislativas. Por eso mismo nos gustaría acrecentar paulatinamente la conciencia social sobre el problema de forma que en algún momento nuestra sociedad dejara de ser abortista y llegara a proteger la vida, y eso no se consigue excluyendo sino acogiendo.
Cuarto.- A los convocantes nos gustaría creer que luchamos por transformar la sociedad, para lo cual convocamos a toda ella en su conjunto, representada a través de todos sus agentes, entre los que se encuentran los partidos políticos. A los convocantes nos gustaría que estuviera presente el Partido Popular, el Partido Socialista, Izquierda Unida, todos los partidos nacionalistas, los sindicatos, los empresarios, Amnistía Internacional y Greenpeace, entre otros muchos más, si esto sirve para que paulatinamente se vayan transformando las mentalidades.
Quinto.- A los convocantes nos gustaría sumar, integrar, acoger, proponer y convencer, no excluir, prohibir, censurar y condenar. A todos aquellos que les gustaría que sólo los “puros” salieran a manifestarse, no podemos sino contestarles que mejor harán si se quedan en sus casas. Queremos que sea una manifestación a la que puedan acudir todos, limpios y pecadores, del norte y del sur, de la izquierda y de la derecha, providas convencidos y ciudadanos dubitativos, creyentes y ateos, católicos y evangélicos.
Sexto.- En ningún momento se va a prohibir a nadie su asistencia, ni a líderes de grandes partidos de masas ni a minúsculos grupitos políticos con pulsiones totalitarias y liberticidas. Podrá venir todo el que quiera vestido de calle, sin ningún tipo de uniforme, etiqueta ni enseña partidaria.
Séptimo.- A los convocantes nos gustaría creer que la evidencia de los hechos que muchas voces pregonan, como son que el aborto es un asesinato y que el aborto se ha dado y mantenido en todas las regiones, períodos legislativos y con todos los colores políticos en el gobierno, no puede ser un motivo de exclusión para nadie, sino por el contrario, un motivo de reflexión y rectificación para toda la sociedad española.
Octavo.- A título personal, algunas personas desearíamos que los que van haciendo gala de las exigencias de la moral católica en esta materia y condenando desde su pedestal al resto de la humanidad a las penas del infierno, cayeran en la cuenta de una simplicidad bien evidente: estar contra el aborto no es lo que le hace a uno ser católico, de la misma forma que no es necesario en absoluto ser católico para estar contra el aborto. Seguir identificando ambas cosas no es más que una forma terrible de fariseísmo.
Noveno.- Tener que soportar contínuamente las acusaciones veladas de estar al servicio de partidos políticos, asociaciones civiles o ser simples terminales mediáticas de no se sabe quién a lo único que conduce es al deseo irreprimible de largarse a casa y dejar los trastos a todos los iluminados que sólo se han mostrado capaces de criticar, estorbar, poner zancadillas, generar obstáculos, divisiones y enfrentamientos entre la gente buena que lucha por lo que cree. Estamos deseando que nos muestren lo bien que saben hacerlo ellos.
Décimo.- En conclusión, haga cada cual lo que le venga en gana desde su santa libertad, y a quien Dios se la dé, San Pedro se la bendiga.
Quizás la liberación abrupta de esta acumulación de hastío opere a modo de catarsis en el ánimo abatido. Y si no es así, tanto da: seguiremos caminando hasta caer muertos sobre el polvo del camino.